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jueves, 24 de mayo de 2012

La plaga de los zombies




Valoración personal: 8/10.

Ficha técnica:

Título: La plaga de los zombies

Título original: The Plague of the Zombies

Año: 1966

Duración: 85 min.

País: Reino Unido

Director: John Gilling

Guión: Peter Bryan

Música: James Bernard

Fotografía: Arthur Grant

Reparto: André Morell, Louis Mahoney, Roy Royston, Diane Clare, John Carson, Brook Williams, Jacqueline Pearce, Michael Ripper, Alexander Davion

Productora: Hammer Films

Género: Terror. / Zombis. Vudú.

¿De qué va?:

Gran Bretaña, época victoriana. En un pequeño pueblo se están produciendo una serie de muertes a causa de una misteriosa epidemia, conocida por los vecinos de la comunidad como la muerte negra. Un joven médico de la pequeña localidad, llamado Peter Tompson (Brook Williams), envía una carta pidiendo ayuda a su antiguo profesor, Sir James Forbes (André Morell), quien ya está retirado y vive en compañía de su hija, Sylvia Forbes (Diane Clare). Padre e hija hacen las maletas y parten a ese pueblo. Una vez allí, y tras una mal recibimiento por parte de los nobles del lugar, Sir James y su antiguo aprendiz comenzarán a investigar las misteriosas muertes y algunas apariciones, no menos misteriosas, relacionadas con muertos que vuelven a la vida y ritos vudú...



Comentario:

"La plaga de los zombies" estuvo dirigida por John Gilling, el guionista de "La gorgona" (1964, Terence Fisher), y fue la única incursión de la Hammer sobre zombies.

"White Zombie" (1932, Victor Halperin), considerada por muchos como la primera película sobre zombies de la historia, nos presentaba a unos muertos vivientes relacionados con el vudú antillano, los cuales volvían a la vida por medio de la magia negra y servían a un malvado hechicero que, además de reanimarles, les controlaba. Dicho concepto continuó vigente a lo largo de las décadas, con films como "Yo anduve con un zombie" (1943, Jacques Tourneur), hasta 1968, año en el que George A. Romero reinventaría a los zombies en su archiconocida "La noche de los muertos vivientes" (1968, George A. Romero).

"La plaga de los zombies", al ser de 1966, nos presentaba a esos zombies clásicos, también conocidos por los fans del subgénero como zombies pre-Romero. De hecho, muchos consideran a esta película el punto y final del zombie pre-Romero, ya que, aparte de ser el último film sobre zombies antes de "La noche de los muertos vivientes", reunía prácticamente todas las características de este tipo de muerto viviente con orígenes ancestrales y, además, anticipaba elementos propios del zombie post-Romero, como la apariencia de los muertos vivientes o cierta escena de la que hablaré más adelante.

Tenemos una historia que se centra más en la investigación por parte del protagonista que en infundir terror en el espectador. Lo malo es que empieza mal, con una escena en la que vemos a un hechicero enmascarado practicando magia vudú. De esta forma se nos desvelan casi todas las incógnitas relativas a las muertes, las cuales se nos plantearán minutos después de los créditos de apertura. Teniendo en cuenta ese inicio, que elimina el factor misterioso, y, también, que el espectador de hoy en día no es tan crédulo como el de mediados de los 60, la historia resulta ser predecible. Demasiado predecible. Aun así, y por increíble que parezca, no llega a aburrir en ningún momento.

Una de las características más reseñables de "La plaga de los zombies" es ese componente de crítica social, intencionado o no, presente en algunas escenas. Sírvase de ejemplo al malo de la historia, que cuenta con un gran número de zombies a los que usa de mano de obra gratuita para que trabajen incansablemente en su mina de estaño. Muchos han visto en esa escena una crítica al trabajo en cadena.

Y hablando de críticas, resulta curioso que también veamos cierto alegato en contra de la caza animal, en especial de la del zorro. Esto lo vemos reflejado en esa escena en la que un grupo de jóvenes ricachones persiguen a caballo a un pobre animal de dicha especie. Jóvenes que parecen no tener ningún respeto por nada, como bien demostrarán al irrumpir con sus caballos en el pueblo y, seguidamente, tirar por un puente el ataúd de la última víctima de la epidemia con el cadáver dentro. Para colmo de males, ninguno de los tranquilos y monótonos pueblerinos de clase media-baja les contesta. De hecho, parecen temerles. Sin duda, y como sucedía en anteriores producciones de la Hammer, la crítica hacia los ricos y nobles de la alta sociedad victoriana continúa bien presente.

En cuanto a los personajes, tenemos a Sir James Forbes, encarnado por un André Morell que recuerda al Dr. Watson que interpretó en "El perro de Baskerville" (1959, Terence Fisher), quien realiza una serie de investigaciones que apuntan al tiránico terrateniente del lugar, llamado Squire Clive Hamilton (John Carson), como principal sospechoso de las muertes. La verdad es que resulta interesante ver cómo un escéptico Sir James, todo un hombre de ciencia, va desentrañando un caso que tiene sus raíces en la hechicería. Por lo demás, el resto de los personajes y los actores que los interpretan no son realmente carismáticos, lo cual, como todo el mundo sabrá, no supone ningún problema en una película de zombies, sino un acierto.

Si hay una escena que ha envejecido muy bien, y que, según se afirma, llegó a influir a George A. Romero, esa es la del sueño de Thompson. En ella, vemos cómo los zombies emergen de sus tumbas, a través de la tierra, y comienzan a rodear a este personaje. Una escena onírica y agobiante, que fue rodada con cámara en mano, lo cual se nota bastante y hace que se consiga el efecto deseado.

Otra cosa que influyó bastante de cara a futuras producciones del subgénero zombie fue la apariencia de los muertos vivientes. A pesar de tener los ojos blancos como el zombie clásico y que vistan todos igual, sus rostros, de tonos azulados y en estado putrefacto, son un rasgo físico más inherente al zombie moderno que al clásico. El maquillaje a cargo de Roy Ashton continúa siendo efectivo en la actualidad, así que ver a estos seres en pantalla debió de ser algo verdaderamente impactante para los espectadores de aquella época. A estos zombies sólo les faltaba comer carne, ser más salvajes y actuar individualmente para ser prácticamente iguales que los muertos vivientes que veríamos en "Zombi" (1978, George A. Romero).

Como todas las producciones de la Hammer de 1966, este film cuenta con una puesta en escena más que correcta y con una ambientación bastante buena. La atmósfera que se crea es efectiva, extraña y, en ocasiones, agobiante. Las tétricas partituras de James Bernard hacen que esto último sea posible, ya que nos hacen sentirnos como si algo fuera a suceder de un momento a otro.

Técnicamente hablando, lo que más me llamó la atención es que, a veces, se hace un uso de unos planos y de unos ángulos de cámara bastante contemporáneos, lo cual era raro en una producción de la Hammer. Y es que la compañía parecía querer quedarse anclada en un estilo y en una forma de hacer cine arcaica, propia de finales de la década de los 50, época en la que dicha forma de hacer cine les dio unos resultados más que satisfactorios.

"La plaga de los zombies", un film recomendado a todo aquel al que le gusten los clásicos de terror gótico en general, y las pelis de zombies en particular. Sin duda, una antesala del zombie post-Romero. Dos años después, el señor Romero llegaría con "La noche de los muertos vivientes". Y ya nada volvería a ser igual.

Imágenes:



























4 comentarios:

Raúl Calvo dijo...

Técnicamente hablando, o folclóricamente hablando, las criaturas en los films de Romero son algo así como ghouls, no zombis. Pero todo el mundo los llama zombis y así acabaron.

En lo que respecta a esta peli, me gustó bastante, clásica pero sin ser repetitiva a pesar de salir del molde Hammer.

La editorial Valdemar ha publicado un libro donde se recopilan entre otros la novelización/relato de La plaga de los zombis: La plaga de los zombis y otras historias de muertos vivientes.

Mustangcillo dijo...

La verdad es que, si me paro a pensarlo, lo que dices es algo bien cierto

Habrá que echarle un ojo a esa novelización, pues. Desconocía de su existencia, así que gracias :).

Enrique Hormigos dijo...

Cuando mi chaval cumplió diez años le regalé una camiseta de esta pelicula, que no se quitó de encima durante semanas ni para dormir.

De hecho, apareció con ella en la catequesis de la parroquia, y creo que todo dios se cagó en los pantalones.

Un saludo.

Mustangcillo dijo...

Sr. Hormigos, esa anécdota me parece algo hermoso. Espero que, en el futuro, si tengo un hijo, haga lo mismo que el suyo.