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martes, 29 de mayo de 2012

El cerebro de Frankenstein




Valoración personal: 9/10.

Ficha técnica:

Título: El cerebro de Frankenstein

Título original: Frankenstein Must Be Destroyed

Año: 1969

Duración: 97 min.

País: Reino Unido

Director: Terence Fisher

Guión: Anthony Nelson- Keys & Bert Batt

Música: James Bernard

Fotografía: Arthur Grant

Reparto: Peter Cushing, Veronica Carlson, Simon Ward, Freddie Jones, Thorley Walters, Maxine Audley, George Pavda, Geoffrey Bayldon, Colette O'Neill, Peter Copley

Productora: Hammer Films.

Género: Terror. / Monstruos.

¿De qué va?:

El barón Frankenstein (Peter Cushing) es un científico que investiga el trasplante de cerebros humanos, realizando sus sanguinolentos experimentos en la clandestinidad. Sin embargo, es descubierto, por lo que no le queda otra que escapar de su escondrijo y mudarse a una pensión, la cual convertirá en su nueva base de operaciones. Frankenstein tiene intención de infiltrarse en un sanatorio de las afueras y secuestrar a su antiguo socio, llamado Brandt (George Pravda), quien se halla inmerso en un estado de locura, como apartado de la realidad. El principal objetivo del barón es traspasar el cerebro de Brandt a un cuerpo muerto y, de esta forma, curarle de su enfermedad mental. Sólo así podrá obtener cierta información secreta relativa a sus investigaciones. Para cumplir dicho objetivo, se servirá de la ayuda involuntaria de la dueña de la pensión en donde se aloja, llamada Anna (Veronica Carlson), y del novio de ésta, Karl (Simon Ward), ya que, en cuanto descubre que ambos se dedican a trapichear con cocaína, les chantajea. Pero el chantaje sólo es uno de los sucios métodos del barón para llevar a cabo sus objetivos...



Comentario:

Quinta película sobre Frankenstein a cargo de la Hammer y protagonizada, una vez más, por el legendario actor Peter Cushing. Cuarta dirigida por Terence Fisher. Al igual que "The Evil of Frankenstein" (1964, Freddie Francis) y "Frankenstein creó a la mujer" (1967, Terence Fisher), esta entrega es independiente de las demás. La historia, una vez más, se reinicia y comienza desde cero. Por ende, tenemos a un nuevo barón Frankenstein.

Un barón Frankenstein que es un auténtico monstruo. No literalmente, claro está, sino por su comportamiento y, sobre todo, por sus actos, totalmente despreciables y perversos. Durante los 97 min. que dura la cinta se nos muestra, casi de forma continuada, hasta dónde puede llegar su maldad. Le veremos hacer cosas como faltarle al respeto impetuosamente a sus semejantes, chantajear y manipular a la gente en su propio beneficio, robar, secuestrar, matar e incluso violar a una mujer por puro divertimento...

Pero el resto de los personajes, aunque sean mejores que él, tampoco son unos santos. De entre ellos, destacaría a Karl, quien hace de cómplice y, al mismo tiempo, de víctima del barón. Lo mismo sucede con su novia, Anna. Los actos de ambos en relación con lo que dicen les hacen ser tan hipócritas como el jefe de policía, un gordo arrogante (y cocainómano) encarnado por un Thorley Walters que se encarga de darle al film cierto toque cómico que más bien sobra.

Mención aparte merece el hombre al que Frankenstein le trasplanta el cerebro, quien, al verse en un cuerpo nuevo que no es el suyo, se convierte en una víctima de sus propias investigaciones. Sin duda, es el personaje más trágico de toda la historia. Si no os da pena, es que no tenéis alma. A todo esto, nótese que me dirigo a él como "hombre", no como "criatura" ni como "monstruo". Aquí el único monstruo es, como ya he dicho antes, el barón.

Los mandamases de la Hammer querían hacer de esta entrega el capítulo más oscuro de la saga, y lo consiguieron. El motivo por el que quisieron hacerla así surgió a raíz del éxito internacional de dos producciones estadounidenses del año anterior, "La semilla del diablo" (1968, Roman Polanski) y "La noche de los muertos vivientes" (1968, George A. Romero), las cuales contaban con un componente terrorífico más cruel y pesimista que el que la Hammer ofrecía a las audiencias. Así que la casa del martillo, con la esperanza de superar a dichas producciones (cosa que no logró), decidió ponerse manos a la obra. De ahí que este film sea el primer y más claro indicio del nuevo tono que adoptarían las producciones de la Hammer, y motivo principal por el que en la presente película veamos escenas verdaderamente violentas para una producción británica de 1969.

Sólo hay que ver de qué modo se inicia el film, con una de las mejores secuencias de la cinta que, a su vez, es toda una declaración de intenciones. En ella Frankenstein, portando una hoz, decapita a un doctor. Eso sí, no vemos el momento exacto de la decapitación. Recordemos que estamos ante una producción británica de finales de los 60, y la violencia por aquel entonces no era tan explícita como lo sería una década más tarde. En su lugar, lo que vemos es la sangre salpicando el rótulo de la consulta de la víctima. Una vez más, Fisher nos hace partícipes de lo bien que sabía usar la elipsis cinematográfica. Lo mismo pasa en las escenas en las que Frankenstein, serrucho en mano, sierra la cavidad craneal del futuro contenedor del cerebro de su excompañero. Con tan sólo escuchar el ruido del serrucho, abriéndose paso a través de la carne, uno ya se estremece.

Si hay una escena muy famosa, esa es aquella en la que Frankenstein viola a Anna. Dicha escena fue incluida a última hora por imposición de los altos ejecutivos de la compañía, quienes, a su vez, eran presionados por los inversores para que el film tuviera "más sexo". Terence Fisher y Peter Cushing mostraron su indignación hacia dicha escena. Fisher la rodó a desgana, lo cual se nota, y Cushing, al final de la secuencia, y como buen caballero que es, le pidió perdón a la actriz, quien, para sorpresa de todos, lloraba desconsolada. Ah, y una prueba más de la maldad de Frankenstein: tras violarla, a la mañana siguiente le pide que le prepare un café, como si no hubiera pasado nada. Esto último es una prueba más que suficiente de que para Frankenstein las personas son poco más que utensilios.

Pero lo más aterrador o, mejor dicho, perturbador de esta película no son las escenas descritas en los últimos párrafos. Lo más perturbador es que nos preocupamos por lo que le pueda suceder a Frankenstein, aunque seamos conscientes de que este personaje es capaz de realizar los actos más inmorales. Vale, quizás el hecho de que esté interpretado por Peter Cushing tenga algo que ver, ya que es un actorazo con un carisma y un magnetismo como pocos; pero, aun así...

Hay escenas en las que el suspense alcanza cotas insuperables, como aquella en la que dos policías inspeccionan la pensión de Anna y ésta, al igual que su novio, actúa con total naturalidad, como si no ocultaran nada, cuando el espectador sabe de sobra que no es así. Posteriormente, en otra escena, la cual es impactante e inolvidable, una cañería explota y un cadáver que la pareja tenía enterrado y oculto en el jardín es desenterrado por un potente chorro de agua. Un cadáver que, movido por el chorro, parece haber vuelto a la vida, como si fuera un zombie que comienza a emerger de la tierra.

Esta es una película trágica, oscura y terrorífica. No asusta, pero inspira terror. Mal rollo. Tiene escenas que hacen que el espectador se sienta mal consigo mismo y, al mismo tiempo, otras tantas que hacen que se sienta fascinado por lo que ve. Y es que el barón Frankenstein es un personaje aterrador y, a la par, fascinante.

Una cosa está clara, y es que "El cerebro de Frankenstein" es una joya no sólo de la Hammer, sino del cine fantástico en general. Es la entrega que cuenta con el monstruo más humano y sentimental y con el doctor más inhumano y despiadado. Si queréis ver una película protagonizada por un auténtico malo, y no por aficionados del montón, bien podéis echarle un ojo a ésta.

Imágenes:


























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