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domingo, 11 de diciembre de 2011

La máscara de Fu Manchú


Nueva ración de cine de terror de principios de los años 30... Aunque incluirla dentro del género podría ser considerado algo erróneo, más si lo hacemos desde un punto de vista actual, resultando, al ser clasificada desde esta perspectiva, en una producción ubicada en el género de aventuras. Pero, en su día, a pesar de contar con elementos tan propios del cine de aventuras o, incluso, con conceptos más cercanos a la ciencia ficción, fue considerada una película de terror. Esto es algo que no me extraña, ya que, en "La máscara de Fu Manchú", tenemos un claro y prehistórico antecedente cinematográfico de lo que hoy en día está tan de moda en el género: la tortura de humanos por parte de los de su misma especie. ¿Y qué mejor tortura que la china? ¿Esa tortura de la que mucho hemos oído hablar pero de la que poco hemos podido ver, más allá del tipo que frota los pies de otro con una pluma? Ahora que, claro, no creáis que en esta producción, con ese aire tan naif imperante a lo largo de todo el metraje, la tortura que sale en ella no está basada en pocos tópicos que los occidentales tenían hacia el, por entonces, lejano oriente...


Ficha técnica:

Título: La máscara de Fu Manchú

Título original: The Mask of Fu Manchu

Año: 1932

Duración: 68 min.

País: Estados Unidos

Director: Charles Brabin

Guión: John Willard, Edgar Allan Woolf, Irene Kuhn (Historia: Sax Rohmer)

Música: William Axt

Fotografía: Tony Gaudio (B&W)

Reparto: Boris Karloff, Lewis Stone, Karen Morley, Charles Starret, Myrna Loy, Jean Hersholt, Lawrence Grant, David Torrence, Ferdinand Gottshcalk, C. Montague Shaw

Productora: Cosmopolitan Productions / Metro-Goldwyn-Mayer (MGM)

Género: Terror. Intriga. Aventuras.


En una época en la que el hallazgo de tumbas milenarias estaba tan de moda gracias al descubrimiento, en los años 20, de la tumba del faraón Tutankamón, a los guionistas no se les ocurrió mejor cosa que, partiendo de una novela pulp del malvado Fu Manchú escrita por su creador, Sax Rohmer, el argumento giraría en torno al descubrimiento, en algún lugar de Asia, de la tumba del emperador Gengis Kan, y de dos objetos que fueron depositados junto a su cadáver: una cimitarra y una máscara. Objetos que ansían, por un lado, unos hombres de Londres para que pasen a formar parte de su museo de antigüedades, y, por otro lado, el malvado Fu Manchú (Boris Karloff), quien, según los propios londinenses, una vez se hiciese con ellos conseguiría que todos los asiáticos se levantaran en contra del hombre blanco y occidente, guiados por el brazo ejecutor de su terrible nuevo líder, al que verían como el descendiente del legado del Gran Kan. He de decir que el argumento parte de un concepto, cuanto menos, delirante y basado en prejuicios hacia los orientales. Amén de la de fallos que contiene, como explicaré hacia el final del artículo...

Desgraciadamente, el líder de la expedición, Sir Lionel Barton (Lawrence Grant), es secuestrado, al poco de recibir su misión arqueológica, por los hombres de Fu Manchú en el museo de antigüedades de Londres; así que, finalmente, quienes viajan al gran continente asiático son la hija del secuestrado, Sheila Barton (Karen Morley), su prometido Terry Granville (Charles Starrett) y el nuevo cabecilla al mando de la expedición: Sir Nayland Smith (Lewis Stone), este último personaje que, en las novelas escritas por Rohmer, hacía de prototipo de James Bond, arruinando una y otra vez los planes del malvado doctor oriental.

Una vez en Asia, son ellos los primeros en descubrir la tumba del antiguo emperador mongol. Desgraciadamente, Sheila, preocupada en todo momento por el secuestro de su padre, le pide a su prometido que se presente ante Fu Manchú con la cimitarra para que su querido progenitor quede en libertad. Terry, sin dudarlo un instante, se presenta en la base secreta del secuestrador, tan sólo para que éste descubra que la cimitarra que portaba el joven era tan sólo una simple falsificación. Es en ese momento cuando Terry pasa a convertirse en una nueva víctima de las torturas físicas y psicológicas del megalomaniaco villano, quien no cesará en su empeño de averiguar en dónde se hallan ocultas las antigüedades que tanto ansía para alzar al pueblo asiático bajo su control...


"La máscara de Fu Manchú" fue promocionada, en algunos lugares, como una especie de Frankenstein oriental. Sobra decir que esta relación, entre ambas películas, se hizo únicamente con fines comerciales, más que nada porque poco, o nada, tienen que ver entre sí, más allá del hecho de que ambas son incluidas, a menudo, en determinados ciclos de cine de terror de los años 30, como el presente... De todas formas, dicha comparación no se hizo en balde, ya que el actor que acapara la mayor parte del protagonismo es, al igual que en "El Doctor Frankenstein", el gran Boris Karloff, quien, en esos momentos, se encontraba en un espacio de tiempo posterior al rodaje de "El caserón de las sombras" y anterior al de "La momia". Su papel como Frankenstein, el año anterior, había animado a los grandes estudios a realizar largometrajes de terror con gran presupuesto, y la MGM tuvo que pagarle a la Universal una sustanciosa suma de dinero para contar con Karloff en el reparto de su adaptación de la novela de Rohmer.

Y bien que hicieron, porque Karloff es, sin duda, la verdadera estrella del reparto. Anteriormente ya se habían realizado unas cuantas adaptaciones de este mad doctor oriental, en los años 20, en pleno apogeo del cine mudo, con actores como el irlandés Harry Agar Lyons y el sueco Warner Oland haciendo del villano en cuestión; pero, claramente, Karloff bordó el papel, siendo considerado, aún a día de hoy, el mejor Fu Manchú. Aquí el personaje se nos presenta como un tirano, un ser malvado con ansias irrefrenables de poder y, sobre todo, con un claro sentimiento racista, en contra del hombre blanco. Así mismo, ante demás personalidades de alto standing del lejano oriente, con quienes se regodea en abundantes banquetes, e incluso con los occidentales que captura, actúa, con cierta ironía, como un anfitrión humilde, muy humilde... Como una persona constantemente amenazada por la sagrada misión de los occidentales de llevar la civilización, su civilización, a los pueblos no europeos del mundo.


Si hablo de la personalidad de este mad doctor tampoco puedo olvidarme de su apariencia, concretamente, del maquillaje, a cargo de Cecil Holland, un maquillaje impresionante, que, por momentos, hace olvidar al espectador que estamos ante el mismo Boris Karloff que encarnó al monstruo de Frankenstein. Claro que su forma de actuar, de gesticular, etc., también influyeron en el resultado final. Muchos papeles he visto de Karloff, y, de lo que estoy seguro, es que este es de los mejores. Tampoco me puedo olvidar de la hija de Fu Manchú, Fah Lo See (Myrna Loy), quien refuerza el dicho popular de "de tal palo, tal astilla". Una femme fatal que, en algunas escenas, demuestra ser incluso más sádica que su padre. Imposible de olvidar aquella escena en la que tortura a Terry, aunque ella, simplemente, se limite a gritar a los torturadores a que le peguen con más fuerza con un látigo...


La ambientación está bastante lograda, y consigue sumergirnos en una sucesión de escenas que hace que los 68 min. de metraje se nos pasen rápidamente. Los palaciegos interiores de la residencia de Fu Manchú son impresionantes, en la línea de lo que, posteriormente, veríamos en "Satanás", de Edgar G. Ulmer, también con Karloff asumiendo el rol de villano. Grandes salas en las que el diseño futurista y la arquitectura más propia de otras culturas, como la budista, la sintoísta o la induísta se mezclan entre sí; o esos arcos, propios de la decoración árabe pero con adornos más acordes con la decoración china...

Tampoco me puedo olvidar de las salas de torturas... Hay algunas con un diseño verdaderamente delirante, como aquella, de forma circular, a la que se accede a través de unas escaleras en espiral, y en la que, en su interior, unos hombres de gran estatura posan cual estatuillas de los oscars en torno al centro de la sala; mi favorita, "la habitación de los dedos largos y plateados", con foso de cocodrilos incluido; "la habitación del pavo real", ocupada por dos grandes paneles con pinchos que avanzan lentamente hacia el centro del cubículo... Por haber, hay hasta viejas catacumbas, llenas de serpientes y tarántulas, en donde, como ya he dicho anteriormente, se tortura a los prisioneros a ritmo de látigo. Y cómo no, la sala de la campana, la cual contiene, a mi parecer, el método de tortura más efectivo o, dicho de otro modo, más acorde con el tópico de "tortura china". Una tortura lenta, dolorosa, que quiebra a uno, mentalmente primero, y físicamente después...


A pesar de contener escenas de tortura, en ninguna de ellas vemos ni el menor derramamiento de sangre, ya que, aunque "La máscara de Fu Manchú" fuese anterior a la entrada del código Hays (el cual limitaba los contenidos de todo largometraje exhibido en suelo norteamericano), tampoco se aprovechaba en demasía de ello; algo que se notaba cuando se nos dejaban caer algunas insinuaciones por parte del director, como ese regusto por el sadismo que siente Fah Lo See hacia Terry, o esas "misteriosas" caricias que le hace Fu Manchú a su semidesnudo prisionero antes de hacerle ingerir una pócima hecha con la mezcla de la sangre de una tarántula con la de una serpiente y demás alimañas que se encuentran distribuidas en unos recipientes circulares que hay por el suelo... Sí, la verdad es que el palacio de Fu Manchú contiene unos elementos acordes a su desquiciada personalidad... De hecho, hasta le llegarán a preguntar, osadamente, si es familiar de una de las serpientes que reptan por las catacumbas de sus aposentos...


Como decía unos cuantos párrafos más atrás, hay un alto grado de racismo y de desconocimiento de la cultura oriental por parte de los que llevaron las riendas del film, el cual, a veces, llega a rozar lo irrisorio. Tan sólo hay que ver el objetivo que tienen los ingleses, el conseguir la cimitarra y la máscara de Gengis Kan antes de que lo haga el señor Fu Manchú, ya que si éste los consigue primero, todos los asiáticos se levantarán a la conquista del mundo. De hecho, cito textualmente lo que le dice el personaje de Nayland a Terry y a Sheila, antes de partir rumbo al Este: "Si Fu Manchú enarbola esa máscara y esa cimitarra entre sus huesudos y crueles dedos, toda Asia se levantará". Vale, primero: la cimitarra era un arma más propia de los árabes que de los mongoles. Segundo: el simple concepto de que un tipo consiga un arma y que todos los del continente le sigan es algo, directamente, estúpido. Es como si aquí, en occidente, un tipo mal de la cabeza, pero con avanzados conocimientos en medicina, se hiciese con las antiguas armas de Julio César, se autoproclamara su digno sucesor, y todos le hicieran caso en sus delirios de grandeza.

De hecho, Fu Manchú llega a decir delante de todos sus (locos) seguidores que si quieren tener a mujeres blancas como Sheila, que se alcen, que maten a todos los hombres blancos de occidente y que se queden con sus mujeres. Tal cual. La verdad es que en "La máscara de Fu Manchú" se nos retrata a los orientales como si todos, absolutamente todos, fuesen chinos, en el sentido de que Asia es, directamente, toda China. Además, se mezclan la cultura árabe, induísta, japonesa, etc., sin tapujo alguno. Sólo hay que echarle un simple vistazo a la tumba mongola que se descubre en la película, la cual está adornada con unas estatuas de las culturas hinduísta y japonesa... A todo esto, dicha tumba aún no se ha descubierto en la actualidad. No sé si esta película contaría con algún tipo de historiador, o algo, porque Gengis Kan, a pesar de tener un gran imperio, no llegó a conquistar toda Asia, como aquí afirman los personajes que realizan expediciones arqueológicas... De hecho, países como Japón o la India ni los tocó.

En fin... no sé que visión tendría en realidad el director, Charles Brabin, de los asiáticos, pero parece ser que, según él, y en relación a lo que nos presenta en este film, pensaba que todos los que son de Asia son chinos, que todos los orientales son, aparte de amarillos, obedientes, siempre dicen "honorable señor" cuando hablan, portan sombreros en forma de cono, son trabajadores hasta el punto de rozar la esclavitud, y demás tópicos estúpidos que, gracias a Dios, forman parte del pasado... Para terminar, citaré otra "perla" salida de la boca de uno de los personajes, en concreto de Sheila, la cual exclama, furiosa: "¡Maldito monstruo amarillo!" A lo que Fu Manchú contesta: "¡Extinguiré tu maldita raza blanca!" Sin duda, la ausencia del código Hays permitió que la película se excediese en cuanto a temas racistas... De todas formas, por entonces la gente como que sabía entre poco o nada en relación a lo que pasaba más allá de las fronteras de su país, así que si esta película decía que los orientales eran así, todo el mundo se lo creía sin decir ni pío. Partiendo de ahí, ¿quién necesitaba historiadores o alguien que conociese, mínimamente, las distintas culturas orientales?


Estamos, pues, ante una entretenida película que, por determinados elementos, bastante perturbadores para la fecha (las escenas de tortura, la inquietante presencia de Fu Manchú, etc.), fue calificada, como ya he dicho en la introducción, como un film de terror. De hecho, tampoco es muy dificil el ver al villano de esta historia como si de un monstruo se tratara, una de esas criaturas que, por entonces, eran los verdaderos protagonistas de todos esos clásicos del género, y a los que Boris Karloff encarnaba tan bien... Después de "La máscara de Fu Manchú", el personaje entró en letargo hasta los años 60, cuando la Hammer, recurriendo al grandioso actor Christopher Lee, decidió rescatarle, llegando a protagonizar unas cuantas películas, unas cinco, por lo menos. De todas formas, ni tantas secuelas hammerianas, acompañadas de distintas reinterpretaciones por parte de otras compañías, llegaron a igualar a este gran clásico de su tiempo.

Una película que satisfará a todos aquellos fans de Karloff y del cine de aventuras, que influyó considerablemente en la figura del villano con ansias de conquistar el mundo. Muchos villanos de ficción, como el Emperador Ming de "Flash Gordon", el Doctor Muerte de "Los 4 Fantásticos", el Ra's al Ghul de "Batman", el Dr. No y otros megalomaniacos de "007", han bebido, directa o indirectamente, de este personaje, tan similar al Moriarty de Sherlock Holmes. Pulp cinematográfico 100%; cine de aventuras lleno de tópicos racistas, machismo, escenas más propias de otros géneros como el de aventuras o el de superhéroes, etc... En definitiva, una producción de su época que se pasó un poco.


Valoración personal: 8/10.

3 comentarios:

El Tipo de la Brocha dijo...

Actores occidentales interpretando a orientales... No acabo de verlo. Aunque, claro, Karloff haciendo de Fu Manchu no puede ser peor que John Wayne como Genghis Khan, ¿no?

Myrna Loy está especialmene sexy en la tercera foto. Es raro decirlo, teniendo en cuenta que lleva casi veinte años muerta.

Mustangcillo dijo...

Es Karloff, no le des más vueltas XD...

Y sí, la verdad es que a mí me parece muy raro decir que una actriz que lleva bajo tierra tanto tiempo está de buen ver...

Anónimo dijo...

Lo bueno de Karloff era su habilidad de interpretar personajes monstruosos, no es de extrañar que le eligiesen para hacer de oriental monstruoso.

Es una pena que en los tiempos que corren no sería posible una nueva película de Fu Manchu por ser demasiado racista.