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miércoles, 26 de diciembre de 2012

¿Quién puede matar a un niño?




Valoración personal: 8/10.

Ficha técnica:

Título: ¿Quién puede matar a un niño?

Título original: ¿Quién puede matar a un niño?

Año: 1976

Duración: 107 min.

País: España

Director: Narciso Ibañez Serrador

Guión: Narciso Ibáñez Serrador (Novela: Juan José Plans)

Música: Waldo de los Ríos

Fotografía: José Luis Alcaine

Reparto: Lewis Fiander, Prunella Ransome, Antonio Iranzo, Miguel Narros, María Luisa Arias, Marisa Porcel, María Druille, Lourdes de la Cámara, Roberto Nauta, Luis Ciges

Productora: Penta Films

Género: Terror. Intriga.

¿De qué va?:

Tom (Lewis Fiander) y Evelyn (Prunella Ransome) son una pareja de turistas ingleses que viajan a una pequeña ciudad de la Costa Brava para celebrar su luna de miel. Tom quiere alejarse del bullicio de las fiestas que se están celebrando en la localidad e ir a la solitaria isla de Almanzóra, donde estuvo doce años atrás, y su esposa accede. Una vez llegan a su destino, descubren que el pueblo de la isla está desierto. Los únicos habitantes del lugar son unos niños que, por razones desconocidas, matan a los adultos.



Comentario:

Mi director favorito de cine de terror español es Narciso Ibañez Serrador, también conocido como Chicho. Desgraciadamente, sólo dirigió dos películas en toda su carrera, pero ambas son de lo mejor del fantaterror español. Estas son "La residencia" (1969, Narciso Ibañez Serrador) y "¿Quién puede matar a un niño?" Tras dirigir ésta última, centró su carrera en el mundo de la televisión y en otros proyectos. Una lástima, la verdad, porque talento como cineasta no le faltaba.

"¿Quién puede matar a un niño?" es una adaptación cinematográfica de la obra de Juan José Plans "El juego de los niños". En esta ocasión, Chicho abandona los ambientes góticos de "La residencia" y traslada la acción dramática a los años 70, desarrollando la trama en un pueblo de la Costa Brava.

La historia está muy bien planteada. Influenciado por varias fuentes cinematográficas, como "La invasión de los ladrones de cuerpos" (1956, Don Siegel), "La noche de los muertos vivientes" (1968, George A. Romero) o "Los pájaros" (1963, Alfred Hitchcock), Ibañez Serrador construye una historia perturbadora y hasta cierto punto creíble.

Podríamos dividir la cinta en tres partes.

La primera parte abarca la primera media hora de metraje apróximadamente, y en ella se nos presenta a Tom y a Evelyn, la pareja de turistas ingleses que protagonizan la historia, quienes viajan a España para celebrar su luna de miel. La ciudad costera a la que llegan está celebrando las fiestas de la comunidad, y el ruido es ensordecedor e insoportable. Ibañez Serrador introduce algún que otro elemento que interrumpe ese ambiente festivo, como el hallazgo del cadáver de un niño a orillas del mar. Estos elementos despiertan la curiosidad del espectador, alertándole de que algo va mal. Esta primera parte no se parece en nada a un film de terror propiamente dicho. A veces uno tiene la sensación de estar viendo uno de esos programas en los que una persona de un determinado país visita otras ciudades del mundo.

No se puede decir lo mismo de la segunda parte, la cual abarca la segunda media hora de metraje. Esta segunda parte contiene grandes dosis de suspense y misterio. Tom y su mujer embarazada montan en una barca y ponen rumbo a la isla de Almanzóra. La escena en la que atraviesan el mar es preciosa. Al verla, uno tiene la sensación de que no le puede pasar nada malo a esta pareja de enamorados. Sin embargo, el destino es cruel. Poco después de desembarcar, se topan conque el pueblo de la isla está desierto.

La atmósfera que se crea en las blancas y soleadas calles de Almanzóra es de miedo e incertidumbre. El hecho de que la primera parte se desarrolle en un ambiente de lo más bullicioso enfatiza la desolación y el silencio casi fantasmal que envuelve al pueblo. A primera vista uno puede pensar que todo el mundo se ha marchado a las fiestas de la península; pero determinados elementos señalan que algo raro ha pasado: un carrito de helados con los helados derretidos, una cafetería en la que todo ha quedado sin recoger, una televisión encendida que muestra nieve en la pantalla, un pollo quemado que da vueltas sin parar en el horno, unas misteriosas llamadas de alguien pidiendo auxilio en alemán... Ante elementos así, no es difícil pensar que algo grave ha pasado, interrumpiendo la rutina diaria de los habitantes de la zona.

Es en la tercera y última parte cuando se responde a la pregunta que nos plantea el título. Esta tercera parte abarca la última hora de película, y comienza justo en el instante en que Tom contempla estupefacto cómo una niña mata a bastonazos a un anciano. Tom, horrorizado por lo que ha visto, carga en brazos con el cadáver del viejo y lo deja sobre una montaña de paja. No pasa ni un minuto cuando es testigo, muy a su pesar, de un juego infantil de lo más sórdido y macabro, consistente en golpear al muerto como si fuera una piñata. No hay muchas escenas de violencia explícita, pero las pocas que hay son tan espantosas y perversas que a buen seguro se nos quedarán grabadas en la memoria.

Tom no tarda en darse cuenta de que él y su mujer están en una isla en la que los adultos han sido masacrados por los niños. El matrimonio decide abandonar la isla lo antes posible, pero un grupo de niños les cierran la única vía de escape segura, que no es otra que la que conduce al puerto de embarque, por lo que no les quedará otra opción que resistir el embate de los menores y huir a la mínima oportunidad, cosa que no les resultará nada fácil.

Los niños de "¿Quién puede matar a un niño?" son inquietantes a más no poder. Siempre están sonrientes y matan a la gente sin razón alguna, como si los asesinatos fueran parte de un macabro juego infantil. En ningún momento se nos dice por qué matan. Es como si una fuerza sobrenatural les empujara a ello. Además, son muchos y atacan en masa, por lo que la sensación de agobio y de inferioridad numérica es prácticamente constante.

Por supuesto, los adultos son más inteligentes, fuertes y hábiles que los críos que les atacan. Sin embargo, se muestran incapaces de recurrir a la violencia para sobrevivir. Ibañez Serrador nos plantea la siguiente pregunta: ¿mataríamos a un niño para poder continuar con vida? Esta incógnita ha hecho que la película haya envejecido espléndidamente, ya que, aunque hayan pasado unas cuantas décadas desde su estreno, el hecho de matar a un chiquillo sigue siendo un tabú en el ámbito cinematográfico. Hoy en día dudo que se pudiera estrenar una película como esta sin que se generara una gran polémica a su alrededor.

La malsana introducción con la que se inicia la cinta cuenta con un tono y estilo propio de un documental sensacionalista y, además, es toda una declaración de intenciones por parte del director. Durante los ocho minutos que dura se nos muestran tomas verídicas, de imágenes de archivo, que muestran lo mal que lo pasan los niños en las guerras y en algunas poblaciones tercermundistas. Estas imágenes son realmente angustiosas, y hacen que uno se sienta tentado de dejar de ver la película.

Me encanta la violencia. Eso sí, siempre y cuando ésta sea ficticia. Ver a una niña recibiendo un disparo en "Asalto a la comisaría del distrito 13" (1976, John Carpenter) o a un grupo de adolescentes sufriendo vejaciones en "Saló, o los 120 días de Sodoma" (1975, Pier Paolo Pasolini) es algo que me impacta, pero no llega a causarme naúseas ni un malestar insoportable. Al fin y al cabo, soy consciente de que lo que estoy viendo en pantalla es una película, no la realidad. En el momento en el que veo por televisión imágenes reales en las que se nos muestran cadáveres, heridos graves o gente muriéndose de hambre, prefiero cambiar de canal. Esas imágenes hacen que uno se convierta en un insensible de forma inconsciente, y yo prefiero mantener mi grado de sensibilidad intacto. De ahí que me salte esta secuencia introductoria tan desagradable y, por mucho que me pese reconocerlo, realista.

Esta introducción tiene por objetivo dejarnos bien claro que en todo conflicto armado son los más pequeños los que salen peor parados. Posteriormente, Ibañez Serrador hace un cameo como vendedor de cámaras de fotos y le comunica a Tom este mensaje, así que los ochos primeros minutos de metraje son totalmente innecesarios y prescindibles. Parece ser que Chicho tenía miedo de que la gente no captara el mensaje de la película, de ahí que se incida tanto en el subtexto de la historia, haciendo que se sobreentienda.

Para ir terminando este comentario, me gustaría recomendaros una cosa muy, pero que muy importante para disfrutar de la película: no la veáis doblada. Ni se os ocurra. Posiblemente los que no la hayáis visto os sintáis algo desoncertados al leer esto, ya que estoy hablando de una producción enteramente española. El caso es que la historia está protagonizada por una pareja extranjera, interpretada por dos actores angloparlantes, y en la versión original ambos hablan en inglés y el resto de personajes en castellano. El doblaje destroza la sensación de extraños en un lugar extraño, desconocido y peligroso. Así mismo, y lo que es peor, hace que seamos testigos de algunos diálogos un tanto absurdos e incoherentes, como cuando en la versión original Evelyn no entiende a los españoles y su marido le dice qué están diciendo. Desgraciadamente, la cinta se estrenó en España doblada. Gracias a Dios, la llegada del DVD ha solucionado este problema. Insisto en que no veáis la película doblada. Vedla en versión original (con subtítulos). Aseguraos de que la pareja protagonista habla en inglés, no en castellano.

"¿Quién puede matar a un niño?" representa un ejercicio de terror y suspense bastante efectivo. El único motivo por el que no la considero una película perfecta es por esa sobrecogedora introducción; pero, por lo demás, no le veo muchos defectos. Quizás un segundo visionado no sea tan intrigante y sorprendente como el primero, ya que el suspense no funciona del mismo modo al saber qué es lo que va a suceder. Aun así, es inevitable sentir escalofríos ante esa amenaza infantil, y es que, ¿quién puede matar a un niño?

Imágenes:


























4 comentarios:

Raúl Calvo dijo...

Recuerdo que le puse esta peli a una amiga y en la escena en que Tom empieza a ametrallar a los niños, esta amiga soltó una tremenda carcajada. No una carcajada de "qué gracia, mira cómo se carga a los chavales", sino una carcajada de "no me puedo creer lo que estoy viendo".

Esta película me gusta bastante, a pesar de, como comentaba en mi post sobre Serrador, el problema que ya comentas de los títulos de crédito y meter el mensaje con calzador.

¿No cuentas su mediometraje de Películas para no dormir? Yo creo que está bastante bien.

Einer dijo...

Pues coincidimos en todo. Lo comenté en el blog de Raül también, la introducción es excesiva. El resto genial. Y en cuanto a La residencia, a mí no me apasiona. ¿Quién puede matar a un niño? me parece mucho mejor.

Mustangcillo dijo...

@Raül: la verdad es que sigue siendo una película bastante perturbadora, y es que, como digo al final de mi comentario, ¿quién puede matar a un niño?

@Einer: a mí me gusta más La residencia, sin duda. Lo más curioso es que me he visto más veces ¿Quién puede matar a un niño? que La residencia.

Julia dijo...

Estoy haciendo un trabajito académico sobre niños en el cine de terror y esta película es una de mis favoritas... un tropezón refexivo como quien diría... Buen blog