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sábado, 26 de noviembre de 2011

El hombre y el monstruo


Muchos conoceréis la novela "El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde", de Robert Louis Stevenson, esa historia en la que se nos narraba el resultado del experimento científico de Jekyll, tornándose en un ser que era todo lo opuesto a él, adquiriendo, de esta forma, una personalidad, cuanto menos, despreciable. Ya a principios del siglo XX el éxito de la novela propició, en dos ocasiones, la adaptación al cine de la misma: una en 1913, y la segunda en 1920. Pero de todas las adaptaciones que se han hecho a lo largo de las décadas, la mejor de todas ellas es, para muchos (entre los que yo me incluyo), la que dirigió en 1931 Rouben Mamoulian; la primera adaptación cinematográfica con sonido (cabe destacar que tan sólo unos cuatro años atrás se había inventado este sonoro recurso en las películas, cambiando así, para siempre, la forma de hacer cine).


Ficha técnica:

Título: El hombre y el monstruo

Título original: Dr. Jekyll and Mr. Hyde

Año: 1931

Duración: 98 min.

País: Estados Unidos

Director: Rouben Mamoulian

Guión: Samuel Hoffenstein & Percy Heath (Novela: Robert Louis Stevenson)

Música: Herman Hand, Rudolph G. Kopp, John Leipold, Ralph Rainger

Fotografía: Karl Strauss (B&W)

Reparto: Fredric March, Miriam Hopkins, Rose Hobart, Holmes Herbert, Halliwel Hobbes, Edgar Norton, Tempe Pigott

Productora: Metro-Goldwyn-Mayer (MGM)

Género: Drama. Terror. / Siglo XIX.


Es curioso que a lo largo de las décadas se hayan hecho tantas adaptaciones de la novela o que, directamente, se haya optado por tomar los principios de la misma y desarrollar una historia que poco, o casi nada, tenía que ver con el trabajo original de Stevenson (ahí tenemos, por citar tan sólo un ejemplo, la producción de la Hammer de los 70, "Doctor Jekyll y su hermana Hyde"). Esto es lógico ya que el argumento de la novela parte de algo que, pasen los años que pasen, siempre estará presente. Algo que todos sabemos de su existencia: la dualidad entre elementos, entre el bien y el mal, por ejemplo... De todas formas, puede que de todas las adaptaciones que se han hecho a la gran pantalla, esta sea, sin lugar a dudas, la más fiel a ella. Es algo que no deja de resultar curioso, ya que "El hombre y el monstruo" toma como base una adaptación teatral realizada en 1887, tan sólo un año después de su publicación. Esto me recuerda a lo que sucedió con otros clásicos del cine de terror de la época, clásicos como "Drácula" o "El doctor Frankenstein", los cuales, a pesar de anunciar a los cuatro vientos que eran adaptaciones de las obras literarias de las que tomaban su nombre, se basaban más que nada en anteriores adaptaciones en los teatros de Broadway. De todas formas, la adaptación de Mamoulian, además de servir como experimentación de cara al nuevo cine (sonoro), tiene una calidad innegable, en la que las ideas presentadas en el texto de Stevenson son potenciadas hasta el punto de superar la censura de la época.


La historia nos presenta a Henry Jekyll (Fredric March), un adinerado doctor, muy trabajador y de gran corazón, que es admirado por gran parte de la comunidad científica. Su buen hacer es tal, que prefiere quedarse en el hospital benéfico de la ciudad atendiendo a sus pacientes, los cuales son pobres, haciendo que éstos hallen la felicidad en sus propias curas, a estar en una cena de alto standing con su amada y prometida, Muriel Carew (Rose Hobart). Además, como doctor y científico, su trabajo también se encuentra volcado a la investigación, como bien demuestra en la presentación de su nuevo proyecto, con el cual pretende separar el Yo malo del Yo bueno que todo ser humano tiene.

Se podría decir que la vida de Jekyll es perfecta: cuenta con un trabajo en el que destaca y en donde le va bien, quiere a una bella mujer y su amor le es correspondido, etc... Sin embargo, dicho amor, el cual pretende consumar tras el matrimonio, es algo a lo que el padre de Muriel, el General Carew (Halliwell Hobbes), se opone, únicamente por una cuestión de mantener las tradiciones y las viejas costumbres, alegando que la boda ha de llevarse a cabo en unos ocho meses, después de que éstos pasen más tiempo como prometidos, algo para lo que Jekyll no tiene paciencia.

De vuelta a su hogar, un furioso y reprimido Jekyll, en compañía de uno de sus compañeros, se topa con un hombre agrediendo a una bella mujer, Ivy Pearson (Miriam Hopkins). Sin dudarlo un instante, Jekyll la defiende, y decide acompañarla hasta su casa, llevándola en brazos, de hecho. Una vez en el interior del hogar de la mujer, ésta seduce a Jekyll hasta el punto de que éste, sin pensárselo mucho, da rienda suelta a su represión sexual, siendo descubierto infraganti por el hombre que le acompañaba... Jekyll justifica su acto de perversión diciendo que todos tenemos una parte malvada e inmoral, y que la gente que lo niega, la mayoría, son unos falsos y unos hipócritas. Ya en su propio hogar, es cuando decide poner en práctica su experimento, el cual, tras beber una humeante pócima, le convierte en un ser que saca al exterior todos sus defectos, la mencionada parte malvada e inmoral que él, al igual que los demás, también tiene... No tardará en darse cuenta de que, al sacar al exterior en numerosas ocasiones su parte malvada, llamada Hyde (de hide, "oculto"), llegará un punto en que ésta acabará dominándole, muy a su pesar...


No me deja de resultar curioso que esta película sea de 1931, más que nada porque, viéndola a día de hoy, me parece una producción de los años 40, o incluso 50, diría... Esto es debido no sólo a la impactante forma de tratar la historia por parte de Mamoulian, sino también a las innovadoras técnicas de rodaje empleadas a lo largo del metraje. Comenzaré a hablar de esto último, ya que el film comienza con una técnica de cámara que, aunque hoy en día parezca usarse como si se hubiera descubierto recientemente, ya en 1931 se usó en "El hombre y el monstruo", resultando ser una forma de grabar en plano secuencia que era, cuanto menos, innovadora a más no poder. Para los que hayáis visto la película, os daréis cuenta de que me estoy refiriendo a la cámara en vista en primera persona, con la que vemos, a través de los ojos de Jekyll, todo lo que él ve; su reflejo en el espejo que hay en su hogar, su criado, cómo se dirige a un carromato, su llegada al lugar en donde va a presentar su experimento, etc... Todo lo que él mira, durante los cinco primeros minutos de metraje, es como si lo viésemos nosotros.

Esta vista en primera persona vuelve a ser usada en el momento inmediatamente posterior a la transformación de Jekyll en Mr. Hyde, haciendo así que, gracias a esta posición de la cámara, dicha metamorfosis gane en efectividad. Y es que está claro lo que Mamoulian pretendió transmitirnos con el uso de esta técnica en ese momento: aunque seamos totalmente conscientes de que es Jekyll quien está sacando a relucir su parte malvada, en ocasiones, puede que sin quererlo, somos nosotros los que, sin necesidad de tomar ninguna pócima extraña, sacamos a relucir nuestro Yo malvado, el Yo que todos, en mayor o menor medida, ocultamos... Además, la transformación en sí es, simplemente, impactante (de acuerdo a los estándares de la época, por supuesto); una transformación que se produce de tal forma que vemos todo lo que está pensando Jekyll/Hyde, un torbellino de pensamientos, sentimientos positivos y negativos que se chocan entre sí, recuerdos, etc... Una transformación que bien se podría considerar como caótica, incluso psicodélica, diría.


A día de hoy, repito, sigo sorprendiéndome de la antigüedad de este film en relación al resultado final del mismo. Otro motivo de mi sorpresa es que el cine sonoro estaba, prácticamente, en pañales, dando sus primeros pasos. Esto quedaba claro con tan sólo ver algunos largometrajes de la época, como la mencionada cinta de Tod Browning, "Drácula", que adolecía de un ritmo narrativo más acorde con el cine mudo; un ritmo lento, muy lento... con la cámara prácticamente estática, y con los actores siempre posicionados uno a cada extremo de la pantalla (con algún objeto de por medio en donde se hallaba, sin que el espectador lo supiera, un micrófono oculto).

La verdad es que no las tenía todas conmigo cuando empecé a ver "El hombre y el monstruo", ya que pensaba que, a lo mejor, me iba a aburrir... Pero todos los prejuicios infundados por "Drácula" desaparecieron al poco de darme cuenta de cómo esta película parecía estar perfectamente adaptada al cine sonoro, como si este formato cinematográfico, en vez de tener unos cuatro años de vida, tuviese, mínimo, unos diez. El ritmo narrativo es rápido, las acciones se suceden ágilmente, con una velocidad en la que se nos cuenta lo que se nos tiene que contar sin pararse más de la cuenta, y, además de estar acompañadas de un dinámico movimiento de cámara constante, hay técnicas de rodaje interesantes, como la mencionada vista en primera persona, así como otras igual de innovadoras, como aquellas en las que se enlazan secuencias, a veces, con la última imagen de la escena anterior, que se sobrepone fundiéndose con el inicio de la escena siguiente, y, en otras ocasiones, dividiendo la pantalla en dos, mostrándonos al mismo tiempo qué esta sucediendo en distintas localizaciones.


La película, más que estar ubicada en el género del terror, podría estar ubicada en el del drama. O no... ya que, desde el momento en el que Jekyll se transforma en un horrendo Hyde, en un ser cuya apariencia e instintos son más propios de un prehistórico hombre de neandertal que de un homo sapiens, ese tono feliz que acompaña a la cinta desaparece, siendo sustituido por un tono oscuro y pesimista, en el que vemos como Hyde decide apoderarse del amor de Ivy a toda costa, llegando incluso a obligarla a que le ame, recurriendo, sin dudar un instante, al maltrato, tanto físico como psicológico...

A día de hoy, aún sorprende ver algunas escenas que pasaron la censura de la época (el código Hays, el cual decidía qué contenidos debía mostrar una producción norteamericana, aunque fue redactado en 1930, no entró en vigor hasta 1934). Hay escenas con las que se me pusieron los pelos de punta, por así decirlo, como aquella en la que Hyde maltrata violentamente a Ivy, presenciando claramente un caso de mujer maltratada por su amante, de violencia de género. O ni eso, ya que, aunque Ivy mantuviera una fugaz relación con su maltratador, con quien la mantuvo fue con Jekyll, no con su reverso tenebroso, por así llamarlo. Hay otras escenas que, debido a su tono picante, tampoco me explico cómo pasaron la censura, como aquella en la que vemos como Ivy muestra su pierna a Jekyll, con la intención de seducirle, para luego comenzar a moverla de un lado a otro, movimiento que se repite una y otra vez hasta que desaparece fundiéndose en las imágenes de la subsiguiente secuencia, como si fuera una imagen mental que tarda en desaparecer, si es que lo hace, de la mente de un Jekyll que se escuda justificando sus actos en la dualidad bien/mal inherente a todo ser humano.


Cabe destacar que, tras esta producción, la actriz que encarnaba a Ivy, Miriam Hopkins, ya no volvió a adoptar un papel femenino en el que se mostrara tan sensual y promiscua. En otro orden de cosas, también es oportuno decir que el actor que encarnaba tanto al hombre como al monstruo, Fredric March, ganó un Oscar a mejor actor, siendo así la primera película del género que obtenía un premio de tal categoría. Y es que la actuación de estos dos actores es, sin duda, la mejor de todo el film, llegando a empatizar con ellos, llegando incluso a sentir angustia por ambos... Además, la película obtuvo tres nominaciones a los Oscar, casi nada. Desgraciadamente, a pesar de ser un éxito tanto de público como de crítica en su día, permaneció oculta de cara a los espectadores durante décadas. Esto fue debido a que en los años 50 la MGM compró los derechos del film a la Paramount, su productora original, para así dejarla fuera de circulación, de tal forma que la adapatación que ellos realizaron en 1941, titulada "El extraño caso del Dr. Jekyll", ganara relevancia y fama por encima de la cinta de Mamoulian, la cual, en calidad, era superior al citado film de 1941.

Unos cuantos párrafos más atras decía que Mamoulian se basó más en la obra teatral que en la novela; prueba de ello, el que en la novela original los personajes femeninos apenas tuviesen relevancia en el devenir de los hechos... Otra diferencia más es el hecho de que aquí Hyde se nos presenta como un ser mujeriego, salvaje. Además, en la novela se nos explicaba la dualidad Jekyll/Hyde sin muchas pretensiones; pero aquí, sus actos malvados parten de determinadas presiones por parte de una reprimida sociedad, de entre las cuales, el hecho de que el General Carew se niegue a concederle a Jekyll la mano de su hija cuando él quiera, es la mayor de ellas. De esta forma, y, desde cierto punto de vista, se nos da a entender que Hyde es fruto no sólo de la parte malvada que todos tenemos, sino que ésta es potenciada por una sociedad que hace que el individuo se sienta reprimido, encerrando en sí mismo todo lo que le gustaría expresar, hasta el punto de estallar, dando lugar a algo incontrolable, de la misma forma que estalla la olla a presión que se encuentra en el laboratorio de Jekyll en el momento de su primera transformación, vertiendo, irrefrenablemente, todo su contenido por fuera...

"El hombre y el monstruo", una producción de 1931 que, a día de hoy, por increíble que parezca, se sigue manteniendo tan fresca como entonces. Prueba de ello es que, en la actualidad, se sigan haciendo adaptaciones de la novela de Stevenson que no han alcanzado ni de lejos las cotas de calidad que sí alcanzó esta primeriza adaptación a la gran pantalla. Estamos, pues, no sólo ante un clásico del cine de terror, sino del cine en general.


Valoración personal: 8/10.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Parece que es más fácil convertir una adaptación teatral en una película que una novela en película.