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miércoles, 16 de noviembre de 2011

Drácula




Tod Browning, clara influencia de algunos directores de cine contemporáneo como Tim Burton o Terry Gilliam, por citar unos pocos, tuvo su momento de gloria en 1931 con Drácula, película en la que Bela Lugosi asumía por primera vez el manto del famoso conde de Transilvania, otorgándole al personaje de la novela de Bram Stoker un lavado de cara que perduraría a lo largo de las décadas, hasta el punto que, aún a día de hoy, el Drácula que nos retrató Browning en la gran pantalla forma parte del imaginario colectivo desde entonces. Y si no, ¿quién no se imagina a Drácula con la misma apariencia que tenía aquel Bela Lugosi en esta adaptación de la no menos popular novela de Bram Stoker, aunque no la haya visto?


Pero quizás lo que muchos desconozcan son los orígenes en torno a esta primeriza (y terrorífica por entonces) producción que haría que en los años 30 la Universal Pictures dejara de ser un estudio cinematográfico secundario, así como los orígenes de Lugosi en esto del cine, y los motivos por los que éste aceptó interpretar a Drácula, cuando bien es sabido por muchos que la relación que tenía con el director, dada la motivación tan dispar que ambos sentían por el proyecto una vez inmersos en él, no es que fuese muy buena... Las respuestas a estas incógnitas, aunque aún a día de hoy no sean 100% verídicas, a continuación...


Ficha técnica:

Título: Drácula

Título original: Dracula

Año: 1931

Duración: 75 min.

País: Estados Unidos

Director: Tod Browning, Karl Freund

Guión: Garrett Fort, Dudley Murphy (Novela: Bram Stoker)

Música: Varios (Música clásica: Richard Wagner, Peter Tchaikovsky)

Fotografía: Karl Freund (B&W)

Reparto: Bela Lugosi, Helen Chandler, David Manners, Dwight Frye, Edward Van Sloan, Herbert Bunston, Frances Dade, Joan Standing, Charles K. Gerrard, Carla Laemmle

Productora: Universal Pictures

Género: Terror. / Vampiros. Drácula.


El proceso de creación de Drácula

Para hablar de los orígenes de esta adaptación de 1931 es necesario remontarse unos cuantos años atrás, a las primeras adaptaciones cinematográficas de la obra de Stoker, las cuales fueron tres, aunque de la tercera se dude incluso de su existencia... La primera de ellas, una producción húngara (como Lugosi), data de 1921, estaba dirigida por Karoly Lajthay y se titulaba "Drakula". La segunda, muchísimo más famosa que la anterior es todo un clásico que seguramente muchos fans del cine de vampiros conocerán por su importancia: "Nosferatu, el vampiro", aunque su título original con el que fue estrenada en 1922 en su país de origen, Alemania, fue "Nosferatu, eine Symphonie des Grauens", y estuvo dirigida por F. W. Murnau. Dado que menciono a estas dos, haré lo propio con la misteriosa tercera adaptación, la cual data de 1920, antes incluso que "Drakula", y se trataba, supuestamente, de una película de nacionalidad soviética...

Como podéis comprobar, ya existían antecedentes de "Dráculas" anteriores al Drácula que todos conocemos antes de 1931. De hecho, mucha gente ve la película "El gabinete del Doctor Caligari", otra producción alemana que data de 1920, como el primer antecedente vampírico de la cinta estadounidense de Browning. A día de hoy todo el mundo considera a "Nosferatu" como un clásico del cine de terror, una obra maestra del expresionismo alemán, sin duda; pero, por aquel entonces, a finales de la década de los años 20, era considerada un plagio de la novela de Stoker, teniendo a la viuda del escritor, Florence Stoker, como princial opositora a los productores de esta peculiar adaptación en la que con sumo cuidado se cambiaron tanto emplazamientos de la novela en la que se basaba como nombres de personajes.

"Nosferatu, una obra maestra de los años 20"

Debido a estos litigios, Florence decidió vender los derechos de la obra de su difunto esposo para que se realizara una adaptación teatral de la misma. De esta forma, tendría el reconocimiento de sus derechos de propiedad intelectual, respecto a cualquier adaptación futura de la novela. La adaptación estuvo al cargo del actor Hamilton Deane, cuya compañía la estrenó en 1924 en Derby, un municipio inglés del condado de Derbyshire. La obra de teatro fue teniendo más y más éxito, poco a poco, hasta que, finalmente, en 1927, Hamilton decidió estrenarla en Londres, en febrero de ese mismo año. A una de aquellas representaciones en tierras londinenses asistió el productor norteamericano Horace Liveright, quien, tan pronto la presenció, pensó que podría triunfar de igual manera en tierras norteamericanas. Así que tras diversas negociaciones con la señora Stoker, acabó consiguiendo los derechos para su país, en donde el periodista John L. Balderstone (quien también tuvo bastante que ver en la venta de los derechos) realizaría una nueva adaptación teatral, la cual se estrenó en octubre de 1927, en Broadway, New York. Y, lo más importante de todo, el actor húngaro Bela Lugosi encarnaría al conde Drácula. Un papel que, como comentaré más adelante, le acabó marcando de por vida. Un papel que desempeñaría desde que se estrenó la obra en Broadway en los años 20 hasta 1953, pocos años antes de su muerte, en 1956. De todas formas, lo que no está claro es cómo este actor obtuvo dicho papel en la obra de teatro... Así como otros misterios en torno a él que, aún a día de hoy, no se saben a ciencia cierta; como cuándo nació, por qué abandonó Hungría, o cuándo llegó a Estados Unidos...

"Bela Lugosi"

Tras el estreno en 1927 de la película "La casa del horror", dirigida por Tod Browning y protagonizada por su actor fetiche, Lon Chaney, las intenciones de Hollywood eran más o menos claras: realizar una película en la que los vampiros tuvieran gran relevancia. De hecho, en la crítica de "La casa del horror" publicada aquel año en las páginas del "The New York Herald Tribune", se señalaba que el siguiente proyecto de Browning y Chaney sería llevar a la gran pantalla el mito de "Drácula". Había diversos rumores que apuntaban hacia el interés que ambos tenían en adaptar "Drácula". Pero, al fin y al cabo, eran eso: rumores. Lo que no fue un rumor es que en 1928, y, a raíz del éxito que obtuvo la obra de teatro tanto en Londres como en Nueva York, diversas productoras empezaron a echarle el ojo a la obra de Stoker para trasladarla, por fin, a las salas de cine. Así que dicho y hecho, ese mismo año comenzaron los sondeos sobre la compra de los derechos. Las compañías que se interesaron en dicha compra fueron estudios como Metro-Goldwyn-Mayer, Fox o Universal Pictures, siendo esta última la que acabó ganando la puja, por así decirlo.

"Tod Browning"

Pero la Universal no habría comprado los derechos de no ser por la presencia del hijo de Carl Laemmle, o sea, el hijo del mandamás de la compañía por aquel entonces, llamado Carl Laemmle Jr., quien, hábilmente, consiguió convencer a su padre de que "Drácula", a pesar de ser un film en cierto modo desagradable para los estándares de la época, podría, gracias a su premisa, ser la gallina de los huevos de oro que tanto ansiaban para que su compañía dejara de ser una productora de segunda. De todas formas, Laemmle aceptó con la condición de que Lon Chaney, quien ya por entonces había sorprendido en algunos papeles, a cada cual más bizarro que el anterior (como por ejemplo el de Quasimodo en "El jorobado de Notre Dame"), hiciera del conde Drácula.

"Lon Chaney, tal y como aparecía en La casa del horror"

De todas formas, aunque muchos piensen que Carl Laemmle Jr. fue el principal artífice de que la Universal se hiciese con los derechos de "Drácula", esto no es del todo cierto, ya que fue gracias a Harold Freedman, agente de la viuda de Stoker y de John L. Balderstone. Además, los derechos se vendieron a finales de 1928, pero el trato no se cerró hasta dos años después, a mediados de 1930. También es bien conocida la anécdota de que Lon Chaney fue elegido para el papel de Drácula, pero que debido a su muerte por cáncer en 1930, era imposible que asumiera el papel. Falso, ya que, aunque Laemmle tuviese especial inclinación hacia Chaney, la productora no podía contratarle debido a que éste tenía un contrato con la MGM; así que, en lugar de Chaney, había tenido como primera opción al actor alemán Conrad Veidt. Además, el film estaría dirigido por Paul Leni, quien, al igual que el apodado "hombre de las mil caras", murió repentinamente.


Y de la MGM había sido despedido en 1929 el director Tod Browning, a quien la Universal le dió la oportunidad de continuar con su labor como director de cine, ofreciéndole en principio un contrato de tres películas. Ante la imposibilidad de contar con Lon Chaney como Drácula (no sólo por su contrato con la otra compañía sino también porque falleció de cáncer al año siguiente), comenzó el proceso de casting, el cual se realizó de forma un tanto precipitada, ya que el trato de la venta de derechos se había cerrado en el verano de 1930, y el rodaje de algunas escenas prácticamente ya había comenzado. Fueron varios los candidatos para hacer de Drácula; pero, finalmente, el elegido fue el tipo que había hecho de Drácula en la obra de Broadway... Sí, ni más ni menos que Bela Lugosi. Visto desde el punto de vista actual, está claro que Lugosi fue la elección más natural (y lógica), más aún teniendo en cuenta que ya tenía cierta experiencia al haberlo encarnado en otro medio, encima del escenario.


La Universal entabló contrato con Lugosi por siete semanas de rodaje, en las que cobraría 500 dólares semanales, unos 3500 dólares en total. Una cifra curiosa, ya que otros actores, como David Manners, que encarnaría a Jonathan Harker, un personaje secundario, cobraría unos 2000 dólares semanales. A Lugosi esto no le importaba, pues tal era su ansia por encarnar a Drácula en otro medio como lo era el cine... Además, teniendo en cuenta que por entonces Estados Unidos atravesaba una gran crisis económica (en 1929 se produjo el crack de la bolsa), los estudios no podían permitirse grandes gastos, a pesar de lo arriesgado del proyecto que se traían entre manos. A fin de cuentas, en 1931 se estrenó, y el éxito fue rotundo, iniciando así lo que se conocería como el ciclo de terror de la Universal, también conocido como el ciclo de monstruos de la compañía, teniendo a actores como Boris Karloff, Lon Chaney Jr. o a Bela Lugosi como principales representantes, protagonizando todas aquellas películas del género que saldrían durante la década de los años 30 y 40 de las puertas del estudio.


Curiosamente, a pesar de que "Drácula" no sea la mejor, y, ni de lejos, la más personal obra de Tod Browning (siendo "Freaks" su obra maestra), sí que fue su mayor éxito. Prueba de ello el que se realizaran diversas secuelas de la presente, como "La hija de Drácula" o "El hijo de Drácula", entre otras apariciones del vampiro compartiendo cámara con otros monstruos creados en la misma compañía. Secuelas que, he de añadir, Browning no dirigiría. No se podía decir lo mismo de Lugosi, quién, tras esta película, tuvo lo que se podría considerar, sin lugar a dudas, el papel de su vida. De hecho, tan importante fue para él, que se dice que en los últimos años de su vida (cuando era el actor fetiche de Ed Wood en las penosas películas que éste dirigía) se creía el mismísimo conde, hasta el punto de que dejó escrito en su testamento que le enterraran con el atuendo del personaje al que encarnó por primera vez en el teatro, y al que luego popularizó gracias al film de Browning.


Desgraciadamente, las carreras de ambos, tras el éxito inicial de "Drácula", comenzaron un progresivo declive en lo que a recaudación se refiere. Que no calidad, ojo. Y si no, ahí está el film "La marca del vampiro", el cual, en mi opinión, supera a esta primera incursión oficial de la novela de Stoker en el cine.

Sobre la película en sí

Dejando de lado el proceso de creación del film, paso a hablar de los elementos que hicieron de "Drácula" todo un referente del cine de terror clásico. Cierto es que estamos ante todo un referente de dicho género, sí; pero, desde mi punto de vista, y, subjetivamente hablando, no es una obra maestra ni de lejos, como sí lo son otros éxitos posteriores de la Universal como "El hombre invisible" o "Frankenstein", ambos dirigidos por James Whale. De hecho, y, como he dicho en párrafos anteriores, "Drácula" es el film más alejado de la esencia propia del cine sonoro de Browning, el más impersonal de todos ellos, por así decirlo.


La historia comienza en Transilvania, un recóndito lugar de Europa en donde se halla el castillo del conde Drácula, prácticamente en ruinas... Hasta allí se dirige Renfield, un agente inmoviliario que tiene que entregar al conde unos documentos que sellan la venta de la abadía de Carfax, en Londres, Inglaterra. Misteriosamente, todos los habitantes del lugar temen hasta límites insospechados todo lo que tenga que ver con Drácula y los vampiros, cosa que a un atónito Renfield no parece importarle; ya que, a pesar de ser advertido de lo peligroso de su tarea por los aldeanos, decide ignorarles y dirigirse al castillo, en donde acabará siendo engañado por Drácula, para luego pasar a convertirse en un lacayo vampiro del mismísimo conde, lacayo que le ayudará a partir hacia Londres en busca de víctimas de las que alimentarse. Lo que no sabe Drácula es que sus ataques nocturnos le llevarán a toparse con su némesis, el doctor Van Helsing, un hombre culto que sabe más de una cosa sobre vampiros...


En esta ocasión, el director no se hallaba sólo ante su primera incursión importante en la Universal, sino también ante una producción de cine sonoro, el cual estaba dando sus primeros pasos... Hasta el momento, Browning tan sólo había dirigido cine mudo, motivo principal por el que a lo largo del metraje notemos cierta falta de ritmo, y, además, una lentitud que en ocasiones se torna exasperante. "Drácula" es una película con sonido, pero entre que el director no estaba en absoluto acostumbrado a esta nueva forma de hacer cine (acompañando las imágenes de sonido), y entre que la obra era más cercana al musical que a la novela de Stoker (esto debido al hecho de abaratar costes, no olvidemos que por entonces había una gran crisis económica), vemos escenas más propias del cine mudo y del teatro que de una película de los años 30 como las que estaban por venir. Hay multitud de escenas sin diálogo, y los personajes se mueven exageradamente lentos... sobre todo Van Helsing (interpretado por Edward Van Sloan), que en algunos momentos parece no tener ni sangre en el cuerpo por la lentitud de sus acciones, así como el resto de personajes, que de lo lentos que son parecen estar poco espabilados o mostrar muy poca precaución ante una amenaza como la que suponen Drácula y su lacayo, Renfield. Sin duda, antes del visionado de "Drácula" uno ha de armarse de paciencia...


Tras los 20 o, incluso, 30 primeros minutos, la película apuntaba maneras para ser una auténtica obra maestra. Teniendo en cuenta que hablamos de una producción de hace más de 70 años, tenemos una primera media hora de metraje realmente brillante, con una ambientación digna de elogio; a destacar las vistas panorámicas de Transilvania y los interiores del castillo de Drácula; o la puesta en escena del conde en sí, momento que a todo aquel que vea esta película le costará olvidar dada su majestuosidad; así como la relación que tiene la pulcra y refinada figura del conde en contraposición con las estancias en las que habita, tan oscuras y antiguas como su alma inmortal...


La actuación de Lugosi es perfecta. No es fiel al Drácula que Bram Stoker describió en su novela, al contrario de lo que muchos puedan pensar; de hecho, es fiel a la imagen que éste tenía en el mencionado musical. Aquí Drácula se nos muestra como un personaje refinado, elegante, seductor... Que no duda ni un instante a la hora de ver a una indefensa dama de la que alimentarse y a la que contaminar con su mordisco, convirtiéndola en un ser de la oscuridad como él. No deja de parecerme curioso el hecho de que los rasgos del Drácula encarnado por el húngaro, así como su forma de moverse, lentamente, entre otras características, hayan traspasado fronteras hasta tal punto de que, a base de cientos y cientos de homenajes, a lo largo de las décadas, todo el mundo sepa cómo es Drácula, o, mejor dicho, el mito de Drácula que recreó la Universal con el film de Browning. De hecho, a fecha de hoy, tan sólo han existido dos actores que, debido a lo sobresaliente de sus actuaciones, han definido al personaje en sí: Bela Lugosi, en la Universal; y Christopher Lee, en la Hammer, dos décadas después, con el film de 1958 "Horror of Drácula". De hecho, a día de hoy, Christopher Lee ha sido el mejor conde Drácula que ha existido. Pero los motivos por los que opino eso los explicaré detenidamente en otro artículo dedicado a las películas del conde producidas por la Hammer...


Y si hablo de buenas actuaciones, no me puedo olvidar de Dwight Frye en el papel de Renfield, el pobre hombre que acaba convertido en el lacayo de Drácula. Este personaje me resulta, cuanto menos, curioso. Por una parte tiene un instinto de matar irrefrenable; pero, por otra parte, aún conserva cierta moral a pesar de haberse convertido en un vampiro (lo que me hace pensar que el personaje en sí era un buenazo antes de llegar a Transilvania). Esa moral es la que le lleva a comerse insectos y a alimentarse de la sangre de éstos. Arañas, hormigas, moscas, miles de ratas... Todo con tal de no asesinar a un ser humano. Si hay una escena que se me quedó grabada a fuego en la mente cuando vi esta película de crío fue aquella en la que, tras una fuerte tormenta, vemos como el barco en el que viajaban tanto el conde como Renfield llega milagrosamente a Inglaterra. Una vez allí, el nuevo sirviente de Drácula recibe a unos oficiales de policía mostrando una mueca que plasma la locura más absoluta...


Es curioso que, aunque en los créditos iniciales veamos que los actores más importantes son Lugosi (Drácula), Helen Chandler (Mina Harker) y David Manners (John Harker), el nombre de Dwight Frye aparezca en cuarto lugar y en minúscula, cuando los que estaban al cargo de la película decidieron aplicar ciertos cambios en relación a la novela para que el personaje de Dwight Frye ganara más relevancia, dadas sus grandes dotes como actor. De hecho, el principal cambio que muchos notarán nada más comenzar la historia será que no es Harker quien viaja hasta Transilvania. Volviendo a la escena en la que Renfield se muestra como un perfecto ejemplo de la locura humana, he de añadir que es a partir de ahí cuando el film, digamoslo de algún modo, se "desinfla", cuando empieza a perder fuerza...


Los últimos tres cuartos de hora adolecen de una clara falta de continuidad... Presenciamos escenas en las que la conexión entre ellas parece producirse de forma un tanto abrupta, desconocemos las motivaciones de cada uno de los personajes, y de algunos de ellos no volvemos a saber nada en toda la película, y eso que en un principio parecían importantes... Además, el final es, cuanto menos, precipitado, dejando al espectador con alguna que otra duda; como por ejempo, y por citar una bien clara: ¿qué fue de Lucy, la amiga de Mina? Esto es en parte por varios motivos externos a Browning, de entre los que destaca la imposición de la censura de la época. Escenas como aquellas en las que el conde muerde con pasión a sus víctimas nunca nos son mostradas, y todo atisbo de violencia es relatado por algún personaje que ha sido testigo de tal acto. Además, se impuso que Drácula tan sólo mordiera a mujeres, ya que por entonces los productores de la Universal no querían que el conde diese lugar a interpretaciones erróneas en cuanto a su orientación sexual (recordemos que por entonces la homosexualidad era algo que estaba terriblemente mal visto por la sociedad, como otros directores como James Whale comprobaron, muy a su pesar, de primera mano).


Antes dije que estos defectos eran en parte por motivos externos al director, y digo en parte porque, a fin de cuentas, Browning nunca accedió a rodar "Drácula" con muchas ganas, aunque al principio tuviese intención de ello, muy al contrario que un ilusionado Lugosi a la hora de interpretar el papel del rey de los vampiros. De hecho, lo precipitado del final es una clara muestra de las ganas que tenía de quitarse de encima cuanto antes la película para pasar a otro proyecto más personal. Browning se saltó capítulos de la novela para rodar menos escenas, y, al final, aunque se saltara capítulos, la censura hizo que se redujera el metraje. De ahí que a partir de la media hora de película notemos como los capítulos se suceden, dígamoslo así, en trompicones, con cierta discontinuidad. Además, y volviendo a lo de que Browning estaba acostumbrado a rodar películas mudas, en ningún momento se escucha ninguna melodía o sintonía de fondo. Tan sólo escuchamos música en los créditos de apertura. De todas formas, esto es lo de menos, ya que el hecho de que se prescinda de música dota a la cinta de un carácter más perturbador y terrorífico, tan perturbador como puede ser la penetrante mirada de Lugosi asumiendo el papel que tanto ansiaba... Hoy en día es imposible que este largometraje dé miedo, pero en su día conmovió a toda una nación, por increíble que parezca, y de ahí las razones de su gran éxito.


¿Y cuál es el principal punto fuerte de esta película? Sin lugar a dudas, Karl Freund, el director de fotografía, quien finalmente ganaría más relevancia que Browning en la dirección, haciendo un trabajo más que notable, manteniéndose desde un principio con ganas y sin desmotivarse ni un ápice, aunque el otro director sí lo hiciera. Muestra de ello, de su trabajo, algunas imágenes con las que he ilustrado este artículo; un artículo en el que, a pesar de no hablar de una obra maestra, sí que hablo de una película clave para comprender la historia del cine de terror. Una película que, aunque en el futuro fue reinterpretada gracias a otros grandes directores de cine como Terence Fisher o Francis Ford Coppola, siempre mantuvo la esencia, la estética, con la que Lugosi, Browning y Freund dotaron al personaje en este clásico imperecedero.

Valoración personal: 7/10.
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Fuente:

Dracula (1931 film)

Drácula (1931), de Tod Browning

5 comentarios:

AtrejuWhetu dijo...

La vi en su día en el programa de Garci que tenía en la2, y en su momento no me pareció tan lenta. Lo que sí que me repateo fue el final... o tal vez mejor dicho, su falta de final o de enfrentamiento con el que concluir el filme. Gran parte de la película es la escenografía y el magnetismo de Drácula.

Los misterios de Bela Lugosi y las leyendas o medias verdades sobre su vida son todo un clásico, y de la misma manera resulta muy curioso el proceso de creación de la propia novela, fruto de las pesadillas del autor tras haber consumido marisco en mal estado en un pueblo de la costa inglesa. No he visto Freaks salvo su versión conejil :P

La de Mel Brooks y Leslie Nielsen pagué por verla al cine u///u. Y la de Chiquito de la Calzada 'Brácula' la vi a principios de año en youtube, y sí que me dió bastante grimilla xD

Yo no consideraría al Gabinete como una película vampírica, ya que el monstruo Cesare es un sonámbulo y herramienta del que se sirve el doctor para satisfacer sus planes. Todo un peliculón con un final inquietante, por cierto.

Taluegow ;)

Rinoa Heartilly dijo...

*se levanta y aplaude*

Sin duda, de mis artículos favoritos de tu blog hasta la fecha, aunque creo que te lo veías venir. xD

Me ha encantado, antes de que se me olvide que mencionases "El Gabinete del Doctor Caligari", otra que me encanta (haces que últimamente tenga ganas de hacerme una maratón de buen cine de terror xP), Freaks y Nosferatu, por supuesto. ^^

La verdad es que me has hecho pensar y respecto a de Chaney, a pesar de que me fascine ésa forma de plasmar personajes, no podría ya verlo como un Drácula a la altura de Lugosi y me produce cierta pena pensar en el declive de su carrera, pero siempre lo consideraré el pionero, pues pocos Dráculas me han cautivado y han influído tanto en mis gustos y mi forma de tratar la cultura vampírica como él; y más que de acuerdo, como también sé que esperas en que sólo hay 2 Dráculas clásicos; él y Lee.

Y por cierto, espero ése artículo sobre Drácula en la Hammer con ansias... *__________*

Sobre Renfield, es claramente un animal de la pantalla y tan capaz de mostrar ésa demencia que comentas y por otro lado ése respeto a lo humano que asusta. xD

Lo de Lucy Westenra sí es cierto que queda muy en el aire, pero por suerte, lo sobrellevan con el resto de las tramas y bueno, si se es conocedor de la historia original se sabe que es algo con relevancia de la obra, pero no lo que más, recayendo ése peso en la trama en Mina Murray.

La verdad es que es una pena que la censura hiciese que películas con tanta calidad interpretativa la perdiesen, espero algún día que nos sorprendan con metraje guardado que haga las delicidas de los más devotos de éste género. *_*

Mustangcillo dijo...

@AtrejuWhetu: es posible que yo también la viese gracias a ese programa... O no sé si fue gracias a la noche temática que emitían los viernes en La 2. El caso es que como tantos otros clásicos cinematográficos de los años 30 esta la vi en La 2, de eso estoy seguro.

Te recomiendo ver Freaks, como curiosidad no tiene precio. Y en cuanto a la adaptación de Chiquito de la Calzada... Prefiero hablar en otro momento jeje.

¡Gracias por tu comentario!

@Natsume Maya: agradezco enormemente tu comentario, en serio. La verdad es que si te ha molado el artículo, tu comentario lo que hace es nutrirlo más jeje.

Descuida, tengo pensado en un futuro cercano escribir durante un mes de los films que hizo la Hammer de Drácula, Frankenstein, etc... Así como dedicarme a escribir cada mes de 8 o 10 películas de terror por década hasta llegar a nuestros días (sí, nuestros días, aunque apenas se hagan películas de terror buenas, por no decir que ya no se hacen).

Anónimo dijo...

Es una pena que al director se le fueran las ganas de hacer bien la película al final y las tramas abiertas.

Anónimo dijo...

Pues yo la vi por primera vez con tan solo 9 años y con mis padres y mi hermano en la 2 en el programa de garci aunque yo era tan solo una mocosa ya encontre interesante y atractivo a Bela lugosi