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domingo, 18 de marzo de 2012

La noche del demonio




Hace unos meses hablaba por aquí de los films que dirigió Jacques Tourneur para la RKO bajo la producción de Val Lewton. Hoy en día, "La mujer pantera" y "Yo anduve con un zombie" son recordados como dos de los mejores films de terror de los años 40. Siendo un director de estudio, al que recurrían las compañías para dirigir películas de cualquier género, Tourneur ofreció films de distintas temáticas entre los años 40 y 50. De esta forma, en su filmografía nos podemos encontrar con westerns, films policíacos o de aventuras. Esto le permitió demostrar con creces su gran talento como director, sobre todo a la hora de dirigir cualquier película de cualquier género.

Pero si por algo destaca Tourneur es por haber renovado el género de terror en su hora más baja, en los años 40, insuflándole nueva vida por medio de un recurso fruto de los bajos presupuestos con los que contó: el de sugerir en vez de mostrar. Y es que, como decía en el artículo de "La mujer pantera", el terror es algo que no tiene forma, algo que ni siquiera se ve, y el hecho de crear una atmósfera inquietante, de transmitirnos la sensación de que algo se oculta entre las luces y sombras ante las que estamos, resultó ser algo tan innovador como revolucionario y efectivo.

Lástima que ese lirismo, ese onirismo, esa forma de sugerir tan propia de Tourner, se haya ido perdiendo a lo largo de los años en pos de lo explícito, de las cantidades exageradas de sangre y de los desnudos femeninos injustificados. Ojo, todo lo último no me parece algo malo; pero no estaría mal que, de vez en cuando, se hiciera una película de terror que más que recaer en lo explícito y en los sustos fáciles, optara por crear una atmósfera terrorífica (aunque hoy en día no de miedo alguno) como la de la presente película, "La noche del demonio".


Ficha técnica:

Título: La noche del demonio

Título original: Night of the Demon (Curse of the Demon)

Año: 1957

Duración: 95 min.

País: Reino Unido

Director: Jacques Tourneur

Guión: Charles Bennett, Hal E. Chester (Historia: M.R. James)

Música: Clifton Parker

Fotografía: Edward Scaife

Reparto: Dana Andrews, Peggy Cummins, Niall MacGinnis, Maurice Denham, Athene Seyler, Liam Redmond, Reginald Beckwith, Ewan Roberts, Peter Elliott

Productora: Columbia Pictures

Género: Terror. Fantástico. Intriga. / Serie B.


La historia comienza con el profesor Henry Harrington (Maurice Denham) muerto en extrañas circunstancias. Lo único que se sabe es que, antes de morir, su profesión como investigador de sectas le llevó a enfrentarse al Dr. Julian Karswell (Niall MacGinnis), un tipo que dirige prácticas paganas y que cuenta con muchos seguidores a lo largo del mundo; seguidores gracias a los cuales ha amasado una gran fortuna.

Poco tiempo después, el Dr. John Holden (Dana Andrews), socio de Harrington y escéptico doctor especializado en psicología, llega a Inglaterra desde los Estados Unidos de América con la intención de participar en un congreso sobre demonología y prácticas paganas, en donde pretende demostrar, gracias a sus estudios, que todo tema relacionado con la exitencia de maldiciones, brujas y entes demoniacos es algo irreal, fruto del folklore popular, de la ignorancia ante lo desconocido y, a fin de cuentas, de la imaginación. Dado que la figura de Karswell como líder de sectas satánicas podría verse afectada tras dicho congreso, éste le lanza una maldición a Holden por medio de un pergamino que, sin querer, va a parar a las manos del psicólogo americano. Poco después, Holden conoce a Joanna Harrington (Peggy Cummins), sobrina del fallecido Henry Harrington. Ambos acabarán investigando la muerte de su tío y, además, intentarán desentrañar los misterios en torno al malvado Karswell. Al principio, Holden no cree ni un ápice en que esté maldito; pero, poco a poco, se irá dando cuenta de que quizás lo está de verdad...


"La noche del demonio" fue la aportación de Tourneur al género durante los años 50. De nacionalidad anglosajona, en esta ocasión Tourneur se hallaba ante la dificultad de dirigir un film sin el apoyo de Val Lewton. Su forma de ver el cine de terror, de inspirar temor en el espectador, chocaba directamente con la visión de los productores de esta cinta. De todas formas, su buen hacer fue tal que logró lo que es, en mi opinión, su mejor película de terror.

Siempre me pareció curiosa la forma que tenía este director de hacer películas con una temática que, años después, se pondría de moda. De esta forma, en los años 40, cuando la Universal exprimía con deprimentes resultados a sus monstruos clásicos, Tourneur dirigía para la RKO auténticas maravillas que, sin servirse de monstruos, consiguieron transmitir miedo al espectador. Lo mismo sucedió en los años 50, cuando los monstruos clásicos fueron sustituidos por extraterrestres, monstruos radiactivos y seres gigantes que representaban los miedos y paranoias de la sociedad norteamericana de la época. Partiendo de un relato titulado "El maleficio de las runas", escrito en 1911 por el inglés Montague Rhodes James, Tourneur deleitó o, mejor dicho, aterrorizó a los espectadores de la época con un film en donde la amenaza no provenía del espacio exterior, ni era fruto del mal uso de la radiación por parte de los humanos, ni tampoco era un monstruo gótico como los que se empezaban a volver a poner de moda gracias a la productora británica Hammer. Su monstruo era, directamente, el mal, el cual adquiría forma corpórea en un demonio, la mayor representación del terror y del mal que puede haber. La verdad es que hacer una película en los años 50 sobre demonología, magia negra, maldiciones y demás elementos relacionados con el infierno era algo de lo más extraño. Todo el mundo sabe que, a partir de finales de los 60, con films como "La semilla del diablo", y, en los 70, con otros títulos como "El exorcista" o "La profecía", se realizaron bastantes películas cuyo argumento giraba en torno a estos temas. Pero en los años 50 nadie se planteaba eso. Nadie, excepto Jacques Tourneur, claro está.


Siguiendo en su línea de sugerir antes que mostrar, "La noche del demonio" se nos presenta como una producción dirigida por un Tourneur que, desde que dejó de colaborar con Val Lewton en los años 40, ya ha pulido y perfeccionado su estilo. "La noche del demonio" cuenta con una puesta en escena, una ambientación, unos personajes, unos planos y un ritmo que, en mi opinión, superan con creces a su primera aportación al género, "La mujer pantera". Además, esta película no llega a ser tan sugerente, densa, onírica y personal como "Yo anduve con un zombie". Esto último fue debido, en parte, a los productores, quienes le impusieron un mayor uso de lo explícito para que el film fuera algo más comercial o, dicho de otro modo, para que llamara la atención a un mayor número de personas. De ahí surgió el diablo que aparece en la cinta y que aparecía ilustrado en todo cartel del film como principal reclamo publicitario. De esta forma, los espectadores se sentirían atraídos hacia las salas de cine con el objetivo en mente de ver una nueva película con un nuevo monstruo tan interesante como un demonio (y digo un demonio, pero en la publicidad se daba a entender que ese demonio peludo y cornudo era el mismísimo Satanás).


La presencia del demonio ha sido lo más criticado del film. Muchos piensan que su aparición en los primeros minutos de metraje arruina ese halo de misterio y de ambigüedad que crea Tourneur; ambigüedad sobre si lo que vemos es la realidad o una fantasía fruto de la incertidumbre del sujeto que protagoniza la escena. Muchos piensan que lo mejor hubiera sido mostrar al demonio de una forma menos explícita, de tal forma que, en vez de salir un demonio de fuego, hubiese salido una nube extraña como la que precede a su primera (e impactante) aparición. Así, uno no sabe si lo que ha visto es algo real o, por el contrario, fruto de la paranoia de la primera víctima, la cual muere en extrañas circunstancias electrocutada y descuartizada, como si una bestia se hubiera ensañado con ella. Personalmente, no me importó la presencia del demonio a pesar de que, a día de hoy, debido a su aspecto, sobre todo a su mirada, no de miedo en absoluto. Al fin y al cabo, seguimos sin saber a ciencia cierta si este ser es fruto de la imaginación de la víctima (quien se imagina así al demonio que, supuestamente, le acecha) o no. Lo que no me gustó es que luego se dijera en los periódicos que el pobre hombre murió descuartizado. Con este dato, se respondía de forma totalmente explícita a la pregunta de: ¿murió electrocutado tras el derrumbamiento de un poste eléctrico o fue un demonio el que le calzinó? Y, por ende, se suprimía cualquier duda sobre si la magia y la hechicería, así como la presencia de un ente infernal, era real o no. Eso es lo que no tendrían que haber incluido en la película...


De todas formas, a pesar de dichas imposiciones por parte de los productores, Tourneur continuó dirigiendo la película de tal forma que podemos palpar su estilo en todo momento, transmitiéndonos cierta ambigüedad en el ambiente, sobre todo en torno al personaje principal de la historia, el Dr. Holden. No serán pocos los momentos en los que nos preguntemos si sobre este personaje pesa una maldición o si, por el contrario, comienza a dudar de sus ideales en contra de todo lo esotérico y a ver cosas extrañas; cosas extrañas de las cuales somos partícipes, pero que, claro está, no sabemos si éstas son ciertas o fruto de su propia imaginación.


El hecho de que el film comience con una escena en la que se nos aparece un demonio de fuego hace que nos sintamos como que hemos comenzado a ver la película en un momento avanzado de metraje, pero no... Esta escena inicial, sumada a la inclusión de algunas alusiones a la existencia de los demonios desde tiempos inmemoriales (el plano general de Stonehedge antes de los créditos de apertura; los manuscritos, con textos escritos por medio de runas; las distintas ilustraciones de ese mismo demonio que vimos al principio del largometraje), hace que tendamos a creer, al igual que nuestro protagonista, que quizás esas cosas existen de verdad, por muy escéptico que uno sea. Otro personaje, Joanna Harrington, influirá en que pensemos así, en especial cuando comenta que quizás los adultos somos los que se equivocan al intentar calmar a los niños diciéndoles que no teman a la oscuridad, pues no se oculta nada en ella; pero, ¿hay acaso pruebas de ello? ¿Son los adultos los que se equivocan con tal afirmación, o son los niños con sus fantasías y sus miedos infantiles?


Sin duda, en "La noche del demonio" hay un claro componente de dualidad constante entre la magia y lo real, la fantasía y las costumbres religiosas en contraposición a la ciencia, y, también, por otro lado, entre el bien y el mal. Si hay una escena que destaca por su alto componente de dualidad es la de la fiesta infantil en la mansión de Karswell, una escena de la que Tourneur estaba orgulloso por su logrado resultado final... En ella, vemos como Karswell, disfrazado de payaso (su antigua profesión, como el mismo dirá), se dedica a realizar trucos de magia ante unos fascinados críos. Holden y Joanna también presencian su espectáculo, y a Holden tal espectáculo le parece una estupidez únicamente comparable a la creencia de la existencia de Ovnis o a seres extraterrenales, de otra dimensión. Tras esto, Karswell y el psicólogo estadounidense entablan una conversación sobre qué es real y qué no es real... La sola imagen de ver a Karswell disfrazado de payaso, enmascarado con una apariencia y un maquillaje que, en teoría, no deberían de dar miedo, hablando fríamente sobre asuntos relacionados con el infierno al mismo tiempo que cuanto más habla más preocupado parece estar Holden, es realmente perturbadora. Más cuando vemos como la conversación se ve interrumpida por un fuerte e inexplicable vendaval que, a diferencia de todos los invitados de la fiesta, al "payaso" de la función no parece afectar ni molestar, sino más bien al contrario.


Los personajes, sobre todo los tres principales (Holden, Karswell y Joanna) están muy bien definidos y caracterizados. Además, forman un trío que representa perfectamente tres puntos de vista entre lo paranormal y lo normal. Tenemos a Holden, un tipo que, aparentemente, se nos muestra como alguien frío, en ocasiones borde, canalla, granuja y con un humor un tanto negro, pero que, en realidad, es una buena persona. Holden no cree en lo paranormal, ni en la religión, ni en temas relacionados con cualquier cosa cuya existencia no se pueda demostrar por medio de la ciencia. Por ende, no cree en la magia; mucho menos en el hecho de que sobre él pese una maldición (aunque él mismo vea, totalmente perplejo, como unas letras desaparecen de una tarjeta de visita que Karswell le entregó. Prefiere pensar que eso ha sido un truco de feria o algo derivado de la falta de sueño, mismamente).


Por otra parte, tenemos a su opuesto y, lógicamente, al antagonista de la historia, el Dr. Karswell, interpretado de forma magistral por Niall MacGinnis (el mismo actor que hizo de Zeus en "Jasón y los argonautas"), quien, en este film, demuestra ser el mejor actor de todo el reparto. Este personaje, tras la escena inicial, se nos presenta como una persona educada a pesar de que le traten de forma borde. Karswell aparenta ser un señor bonachón, simpático, etc... Incluso gusta de organizar fiestas infantiles disfrazado de payaso con el único fin de contentar al resto (o eso parece). Pero, curiosamente, en realidad es todo lo contrario, una persona fría y sin sentimientos hacia el prójimo, como bien demuestra al confesar su predilección hacia el satanismo y, por supuesto, con su falta de empatía a la hora de maldecir a alguien para luego torturarle con una conversación en la que siembra de dudas e inseguridad la mente del maldito.


Lógicamente, como no podía ser de otra manera, y, a medida que avanza el film, el duelo interpretativo entre estos dos personajes se irá intensificando in crescendo hasta desembocar en el final; un final que, a día de hoy, aún sigue poniendo nervioso al espectador (aunque el hecho de que la maldición tenga un límite de tiempo también influye notablemente en ese estado de nerviosismo; un nuevo acierto por parte de Tourneur).

Entre ambas opiniones hacia las ciencias ocultas está Joanna Harrington, una muchacha crédula con la que me identificaba bastante, ya que aunque no crea en lo paranormal, en la existencia de fantasmas, brujas, etc., al menos lo respeta. O sea, no cree, pero tampoco deja de creer... Un personaje que prefiere pensar que las maldiciones, los demonios, etc., no existen; pero que tampoco dice que lo que prefiere pensar sea una verdad absoluta, ni mucho menos que el creer en esas cosas es una tontería y que la gente que cree en ellas son unos supersticiosos ignorantes, como bien afirma el personaje con el que acabará teniendo una curiosa relación...


La ambientación es, como en todo film de Tourneur, el principal punto fuerte de la función. Tenemos escenarios variados; la ciudad, el oscuro bosque que rodea a la mansión Karswell, el interior de ese caserón en donde se encuentran reunidos los seguidores de cierta religión de dudosa moral, etc... En todos ellos, y, en parte, gracias a las referencias que se nos irán mostrando sobre la existencia de los demonios a nivel universal y desde tiempos inmemoriales, se logra alcanzar una atmósfera que, en ocasiones, aparte de perturbadora, llega ser incluso hasta opresiva, a destacar la escena en la que Holden se halla enfrente de un buen número de campesinos de miradas cargadas de desconfianza y rechazo, o aquella otra en la que, supuestamente, algo le persigue por el bosque. El hecho de que se prescindiera del uso de melodías ayuda a que estas escenas fueran tan buenas.


Al principio de este artículo hablaba de que hoy en día el cine de terror opta por dar miedo por medio de sustos, por esa sensación de "no sé cuándo va a aparecer algo en pantalla que me sobresalte". Pues bien, "La noche del demonio" también fue pionera en ese aspecto, ofreciendo algunos sobresaltos que, en su día, debieron de ser demoledores... Como en la fiesta de niños cuando, de repente, en medio de la escena de la conversación entre Holden y Karswell disfrazado de payaso, aparece un niño gritando, en un momento en el que uno se espera cualquier cosa menos eso. Lo mismo se podría decir de esa otra gran escena en la que vemos como un superviviente del ataque del demonio sale de un profundo trance (siempre me sobresalto en esas escenas en donde alguien yace tumbado sobre una camilla y, de repente, súbitamente, se levanta acompañado de un ruido; sea ese ruido su propio grito o un repentino y estridente aumento de volumen en los efectos sonoros del film).


Si tuviera que mencionar tres grandes momentos del film, estos serían los siguientes: la escena de la fiesta de los niños, la escena final y, por supuesto, la escena en la que Holden y Joanna acuden a la casa de un médium... ¡Esta última es una escena totalmente bizarra! Pero, a pesar de ser bizarra, no es prescindible. Y extraña será, pero, por eso mismo, a mí me encantó; no sólo por su atmósfera, totalmente surrealista, sea esto último debido al proceso que se sigue para que el médium entre en trance o, simplemente, a la apariencia del médium en cuestión... Sino también porque es una escena que resume muy bien el mensaje que se nos da en todo momento durante el film, el de cómo una persona escéptica acaba guiándose por cosas tan extrañas, que de lo extrañas que son es mejor no mirar si uno quiere seguir conservando la cordura y la capacidad de raciocinio... Además, tras esta escena, vemos como el comportamiento y los ideales de Holden se ven, en cierta forma, alterados. Su visión de la realidad, definitivamente, ya no volverá a ser la misma.


En fin, poco más me queda por decir de este brillante film; un film que, de no ser por ciertas imposiciones por parte de los productores, habría sido (y seguiría siéndolo) una obra maestra indiscutible y, quizás, objetivamente hablando, la mejor película de terror de Jacques Tourneur. De todas formas, a mí, personalmente, me parece la mejor de todas las que hizo y, sin duda, un film sobresaliente. A diferencia de posteriores películas sobre el satanismo, en donde el protagonista recurría a métodos cristianos para combatir el mal, aquí nuestro protagonista se sirve de ese mismo mal para contraatacar; para, de esta forma, dar lugar a una inolvidable conclusión.

Aunque "La noche del demonio" no sea tan popular como posteriores films sobre maldiciones y demonios, su influencia, sea ésta de forma directa o indirecta, queda bien patente en films como la famosa cinta nipona "The Ring", de 1998, en donde el argumento trata sobre una maldición con tiempo límite incluído.


En conclusión, un clásico indiscutible del cine de terror. A pesar de no ser tan recordado como otros largometrajes, no por ello deja de ser un film más que notable, una de las mejores y más originales películas del género que nos ocupa de los años 50. Tourneur reune aquí todas sus características, ya perfeccionadas, y, una vez mecladas, nos ofrece un producto asequible a todo tipo de público; un producto brillante, sin duda.

Valoración personal: 10/10.

3 comentarios:

Dr. Gonzo dijo...

Menudo clasicazo.
Es una película realmente ambigua por la forma de tratar el tema satánico, ya que todo lo que ocurre puede ser real (es decir, tener un origen paranormal), o bien ser fruto de un puñado de coincidencias.

Raúl Calvo dijo...

Tourneur realmente odió tener que oncluir el demonio. Yo creo que la película habría ganado sin el monstruo, tremendamente ridículo, no tanto porque sea así una historia más ambigua, sino porque el bichejo arruina la atmósfera creada por Tourneur. Sugerir la presencia de la criatura (mediante siluetas o sombras o con POV) habría sido más efectivo que simplemente poner al bichejo ahí. Igual que en La casa encantada de Robert Wise, una película aterradora pero que nunca muestra nada.

Tened cuidado los que busquen el film en que sea la versión original británica, la americana está muy recortada y manipulada.

A modo de curiosidad, Val Lewton produjo en 1943 The Seventh Victim, dirigida por Mark Robson, en la que una mujer se enfrenta a una secta satánica que ha secuestrado a su hermana.

M. R. James es un clásico autor de relatos de miedo que fue uno de los autores que inspiraron a H. P. Lovecraft.

El Tipo de la Brocha dijo...

Coincido con Roy. Lo de menos es el monstruo, que puede interpretarse como la ilusión de una mente paranoica (o de la mente de Jim Henson, porque el bicho casi parece un teleñeco). Lo malo son las otras formas de restar ambigüedad a la cinta.