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domingo, 24 de abril de 2011

Los X-men de Claremont, Cockrum y Byrne - Segunda Génesis


Los X-men de Chris Claremont son sin lugar a dudas todo un referente en cuanto a comics de superhéroes se refiere. Este guionista no sólo rescató a una colección destinada a caer en el olvido por parte de los lectores, si no que la relanzó hasta el punto de convertirla en pocos años en la colección superventas de Marvel por encima de otros superhéroes como Spiderman, Los Vengadores o los 4 Fantásticos, para acabar siendo la franquicia de Marvel con más series regulares y productos diversos que la del arácnido (aunque las distintas cabeceras de X-men, salvo en los 90 y momentos puntuales, tuviesen más independencia entre ellas, lo que hoy en dia sería denominado un spin-off...) Como suelo comparar, si en los años 60 los 4 Fantásticos de Lee y Kirby revolucionaron un género en decadencia como lo era el superheroico, y en los años 80 tuvieron un éxito e influencia similar de cara a comics posteriores obras como Watchmen, Daredevil o Batman: El Regreso del Caballero Oscuro entre otras, en los años 70 los que marcaron un punto y aparte fueron los X-men de Claremont, que acompañado por los dibujantes Dave Cockrum y el prodigioso John Byrne realizó uno de sus mejores, si no el mejor, trabajo de su carrera como guionista.


The X-men fue una de las primeras series que se crearon en el Universo Marvel de principios de los 60 también bajo la autoría de Stan Lee y Jack Kirby, pero al contrario que otras colecciones, no tuvo el mismo éxito que tenían otros superhéroes como Capitán América o los 4 Fantásticos, por citar unos ejemplos. Diversos intentos para mantenerla a flote, independientemente de la calidad de los mismos, resultaron en fracaso, algo que llevaría a su final cancelación en el número 66 de Marzo de 1970. Fue entonces cuando hacia 1975, Marvel decidió hacer una colección protagonizada por un grupo de superhéroes de distintas nacionalidades, lo que podría hacer que las ventas de esta nueva colección fuesen notables en otras partes del mundo más allá de las fronteras estadounidenses. Fue entonces cuando la editorial pensó en revitalizar a los X-men, pero esta vez incluyendo a una nueva plantilla de carácter internacional que se sumaría a la anterior. De esta premisa acabó surgiendo el mítico (y es que no hay otro adjetivo que lo defina mejor) Giant Size X-men nº 1, en el que se nos presentaba a una nueva tanda de mutantes. En la portada veíamos a viejos conocidos como los cinco antiguos alumnos de Xavier (Cíclope, Jean Grey, el Hombre de Hielo, el Ángel y la Bestia para más señas), que observaban atónitos como los nuevos mutantes que protagonizarían la colección rompían la cuarta pared de cara al lector rasgando lo que era una página del cómic, algo que venía a ser todo un guiño hacia el realismo que imperaría en la colección.

Aunque de los nuevos mutantes que formarían el nuevo grupo Lobezno ya había hecho su primera aparición en el no menos mítico nº 180 de The Incredible Hulk, y Banshee y Fuego Solar ya habían aparecido en X-men, el resto eran totalmente nuevos. El guionista de este enorme (en ambos sentidos) Giant Size de X-men era Len Wein, motivo por el que decidió recuperar a Lobezno de una etapa que él mismo había guionizado en la colección del gigante esmeralda. El dibujante era Dave Cockrum, dibujante rompedor de la época, capaz de plasmar personajes y escenarios extraños pero a la par realistas, acordes con el tono que pretendía transmitir la colección. La historia comenzaba con Charles Xavier, único nexo en un principio entre la antigua y la nueva formación, reclutando a distintos mutantes a lo largo del mundo para encomendarles una misión de rescate de sus alumnos, la cual terminaría por detallar Cíclope una vez estuviesen todos reunidos en su cuartel general y nuevo hogar que era la mansión de Xavier en Salem Center, Nueva York. Tras este primer número y una escena que, sumados al enemigo principal bien hacían justicia al título del cómic, sólo se podía definir con un adjetivo a esta segunda génesis (la primera fue en los años 60 con la creación de los X-men y su concepto) de lo que sería la franquicia más importante en cuanto a ventas de Marvel: enorme. Tan enorme como el número final de integrantes de la nueva formación, y es que como uno de los integrantes del grupo se preguntaba al percatarse de la misma forma que el lector del tamaño del equipo, ¿qué sería ahora del grupo con tantos mutantes?

El Giant Size X-men fue un éxito, y tuvo la suficiente aceptación como para darle una nueva oportunidad a la serie de X-men de continuar su numeración, ahora con nuevas caras y nuevas aventuras. De ahi su nuevo título, que pasaría a llamarse "The all new, all diferent X-men". Y cuya numeración continuaría en el número 94 debido a que los números entre el 67 y el 93 se trataban tan sólo de reediciones de historias anteriores. Pero lo más importante sería el cambio de guionista que experimentaría la serie desde este número no menos mítico que el Giant Size X-men. Esto era que el escritor Chris Claremont tomaría los guiones de la colección, y lo haría para quedarse. Si bien este primer número de los nuevos y diferentes X-men contaba con un argumento de Len Wein, Claremont se dedicaría a escribir los diálogos y la conclusión de la historia en el número siguiente, ofreciéndonos al final de la misma una impactante conclusión que nos dejaría bien claro que los X-men eran tan humanos como los lectores, dándole una nueva vuelta de tuerca (bastante trágica por cierto) al concepto de "superhéroes con superproblemas" instaurado por Lee y Kirby más de una década atrás. Aparte, en este número hubo bastantes deserciones por asi decirlo, ya que de todos los mutantes que se ayudaron los unos con los otros en el Giant Size, tan sólo se quedaron los nuevos integrantes con la excepción de Fuego Solar, quedando el grupo formado por los siguientes personajes: Lobezno, Tormenta, Rondador Nocturno, Coloso, Banshee y Ave de Trueno, quienes tendrían como mentor a Charles Xavier y como líder a Cíclope, siendo estos dos últimos un puente entre el pasado y el presente de la colección.

A lo largo de los números Chris Claremont experimentaba con los personajes, definiéndoles poco a poco. Si bien fueron personajes creados por Len Wein, fue Claremont quien les dotó de profundidad y personalidad, ayudado también por los dibujantes de la colección, siendo el primero de estos el mencionado Dave Cockrum. Cockrum, de trazo "cool" para la época por asi decirlo, proporcionaba a la serie unos dibujos bien definidos y detallados que no escatimaban en detalles, y la periodicidad bimensual de la serie le ayudaba a terminar su trabajo sin problemas. Su personaje favorito era Rondador Nocturno, y eso se notaba en el especial protagonismo que tuvo en estos primerizos números. En un principio parecía que el mutante que tendría más protagonismo del grupo sería Coloso, ya que según se dice era el favorito de Len Wein aunque Lobezno fuese creado con antelación al mutante ruso. Prueba de ello era que en las portadas del Giant Size X-men y del nº 94 de X-men este mutante férreo de corazón tan grande como su físico apareciese en una posición por delante de los demás, como si fuese un personaje más relevante que el resto. La verdad es que ya era raro ver a un ruso que rompía totalmente el estereotipo de ruso comunista malvado en una colección de superhéroes estadounidense de los años 70, mucho más lo sería que el protagonismo recayera en él. Cosa que aunque fuese extraña, no sería algo raro de ver en una colección como en X-men, en donde al igual que el Universo Marvel en general todo era posible. Aunque si hablamos de nacionalidades pues si, X-men era una colección americana, cuyo grupo original estaba formado por mutantes de nacionalidad estadounidense, pero ahora nos encontrábamos con mutantes de distintas nacionalidades (Lobezno era canadiense, Tormenta africana, Rondador Nocturno alemán, etc.), ya que como dije al principio este era el primer objetivo de la colección, por encima de darle una nueva oportunidad a los mutantes de Xavier y compañía. Un objetivo totalmente multicultural y libre de prejuicios infundados en la sociedad, sin duda.

Es bien sabido la capacidad de Claremont de acomodarse a sus distintos dibujantes. De esta forma, en estos primeros números de experimentación y de asentamiento de lo que serían los pilares sobre los que se sustentaría posteriormente la franquicia, Claremont nos presenta nuevos conceptos a la par que va preparando el terreno para lo que vendría después. Ejemplo de ello es la presentación de la raza espacial Shi'Ar, raza que con el tiempo sería tan importante como otras razas espaciales como los Skrull y los Kree, en lo que sería la primera de muchas aventuras en las que los X-men van al espacio. En ellas, Cockrum da lo mejor de si plasmando en el papel sorprendentes e impactantes escenas espaciales, a la par que nos presenta a nuevos personajes como el citado imperio Shi'Ar, mientras que en sus aventuras en "Tierra" rescata a viejos enemigos de la colección con gran potencial como los Centinelas, Juggernaut o el archivillano de la colección, Magneto. A destacar el retorno de Jean Grey a las filas del grupo, renaciendo como lo estaba haciendo la colección, encarnando ahora y siempre el papel de Fénix, un personaje que daría mucho de que hablar años después...

Fue en el nº 108 de X-men cuando John Byrne se haría al cargo de los lápices debido a que Cockrum no podía aguantar el nuevo ritmo mensual de la colección. Byrne era un dibujante que, como ya he dicho al principio, era un auténtico prodigio no sólo plasmando sobre el papel a los X-men si no también co-guionizando sus aventuras. En los años 70 ya había colaborado con el bueno de Claremont en colecciones hoy en día consideradas de culto como Iron Fist, u otras más conocidas como Marvel Team-Up, la colección en la que Spiderman compartía aventuras con otros héroes de la editorial. De trazo claramente inspirado en el del maestro Neal Adams, Byrne ofrecía dibujos perfectamente definidos, de trazos claros y realistas, los cuales le sentaban de lujo a una colección que tuvo su génesis en el Giant Size X-men y sus acertadamente primeros pasos en la colección regular. Que John Byrne fuese un gran guionista durante los años 80 en colecciones como Fantastic Four o Superman es algo que ya demostró antes en esta etapa de X-men, puesto que colaboraba activamente en los guiones junto con Claremont, y eso se notaba sobre todo en el nuevo trato que se le dió a Lobezno como personaje. Lobezno, miembro de los X-men de origen canadiense como el propio Byrne, no era querido ni por los lectores ni por los que llevaban las riendas de la serie debido a su carácter engreido, borde y hasta se podría decir que sin sentimientos hacia el resto de sus compañeros (en especial Cíclope). Y es que los lectores no estaban acostumbrados por aquel entonces a ver como un superhéroe arrogante y maleducado desgarraba a Jean Grey sin pensárselo dos veces aunque ésta finalmente fuese un robot lanzado contra los mutantes protagonistas, ni tampoco ese tono tan simplón y de mal gusto que se le estaba dando al personaje. Claremont y Cockrum parecían querer más a Tormenta y a Rondador que a cualquier otro personaje, y eso se notó sobre todo en que fueron los personajes que más se desarrollaron en estos primeros números con Cockrum a los lápices. Si bien Tormenta continuó evolucionando como personaje, la profundidad de Rondador como tal se vió ralentizada con la llegada de Byrne, quien decidió hacer de Lobezno el personaje más relevante y apreciado por los lectores del grupo. Byrne se propuso hacer esto, y vaya que lo consiguió... Bien es sabido por todos que hoy en día Lobezno es uno de los personajes más importantes y famosos del Universo Marvel, muestra de ello es la sobreexplotación del personaje en las dos últimas décadas, algo que le ha llevado a caer en desgracia y sobre todo a pasar de ser un personaje en sus inicios tan interesante a un personaje tan falto de interés en la actualidad... Dicho interés recaía en su misterioso pasado, algo de lo que se percató Byrne, pues mientras Tormenta y Coloso por poner dos ejemplos tenían un claro pasado, de Lobezno no sabíamos absolutamente nada salvo que había trabajado para una agencia canadiense bajo el pseudónimo de Arma-X que también daba nombre a un proyecto centrado en él, y que se había enfrentado contra Hulk en la colección del gigante de piel verde. Números después y gracias a la aportación de Byrne veíamos como Lobezno no era sólo un animal sediento de sangre, era sobre todo un ser humano que intentaba a duras penas hacer prevalecer su parte humana sobre su parte animal y salvaje, controlando sus instintos e impulsos primarios, algo que demostraría con creces y de la mejor forma posible años después en la serie limitada Lobezno: Honor, una miniserie que bien se merece artículo propio en este blog, y que venía a demostrar de forma definitiva lo que nos pretendió transmitir Byrne, que no es ni más ni menos el cómo debería ser Lobezno.

Y no sólo se indagaría en el pasado y en la personalidad de Lobezno, ya que conoceríamos nuevos hechos sobre el pasado de Cíclope (que al fin y al cabo no estaba para nada solo en el mundo), asi como el pasado y los traumas de distintos personajes como Tormenta o Coloso, o los motivos que a lo largo de sus vidas llevaron a Charles Xavier o incluso a Magneto a ser lo que son. Mención especial merece Magneto, conocido archivillano de la colección, quien en esta nueva etapa incluso comenzaría a recibir un trato más humano, pasando de ser el típico villano de opereta a ser un personaje que más que un villano como se nos había pintado hasta ahora era un hombre atormentado por su horrible pasado en los campos de concentración nazis solo por el hecho de ser judío, una persona que usaba sus poderes de forma poco ortodoxa con el objetivo de lograr un futuro mejor para él y para los demas mutantes, ya que temía que se repitiera lo mismo que les pasó a los judíos durante la II Guerra Mundial pero esta vez aplicado a los mutantes, de los que también formaba parte. De ahi su particular odio hacia la raza humana, odio que no sólo tendría su razón en el hecho de ser distintos, temidos y odiados, si no que también era debido a diversas persecuciones bastante traumantes que había experimentado en el pasado debido a su condición de mutante. Aunque sería más adelante cuando la relación entre los ideales tan parecidos básicamente de Xavier y Magneto se desarrollarían mucho más detalladamente, ya que en estas primeras historias presenciabamos a un Magneto como el que se nos había presentado en los años 60, esto es un villano con poderes mutantes que no estaba muy alejado del estereotipo de malo de la historia reflejado en otros villanos de la editorial como el Doctor Muerte o Loki. Posteriormente los X-men se enfrentarían a un Magneto que a cada nueva aparición sería cada vez más complejo y profundo como personaje, de la misma forma que estos lo iban siendo. El caso es que al igual y a la vez a diferencia de Magneto, los X-men eran, y como decía la premisa de la serie: "temidos y odiados por un mundo que han jurado proteger..."

En fin, la etapa de Chris Claremont y John Byrne tenía todo lo que un cómic de superhéroes debe tener... Esto era aventura, acción, drama personal, un excelente desarrollo de los personajes e intriga, entre otras cosas (si, en esa época uno se creía todo ya que cualquier cosa podía pasar, no como ahora que algo ocurre y uno lo primero que piensa es que después de un año todo volverá a ser igual...). Cada nuevo número suponía una nueva aventura, nuevas sorpresas. En uno o dos números pasaban multitud de cosas, muestra de que en esta época se valoraba de verdad el formato en grapa de no más de unas veinte páginas. Con la llegada de Byrne se produjo un cambio en el contexto en el que se desarrollaban las aventuras de los mutantes. Si en los primeros números se nos mostraban aventuras que tenían como escenario entornos familiares como la escuela de Charles Xavier o el castillo perteneciente a la familia de Banshee, intercaladas con otros escenarios enmarcados en una galaxia fuese cercana o lejana, ya con Byrne los X-men se ganaron a fuego ese tono de equipo de superhéroes internacionales, puesto que tras un enfrentamiento en su nuevo hogar (la escuela del profesor Xavier) contra el canadiense James MacDonald Hudson (alias Guardián), y contra Magneto en la Antártida, los X-men se embarcarían en un viaje alrededor del mundo, desde la prehistórica Tierra Salvaje de Ka-Zar, pasando por lugares como un Japón a punto de hundirse o una asediada por el temporal Canadá, esta última tierra de Lobezno, de John Byrne y de James MacDonald Hudson, quien esta vez aparecía con el nombre en clave de Vindicador y acompañado de un equipo de superhéroes canadiense llamado Alpha Flight, con el objetivo de devolver a Lobezno al servicio gubernamental canadiense. El caso es que todos los escenarios de Byrne eran tan impresionantes como realistas; por muy surrealista que fuese lo que se nos transmitia, todo era creíble, y es que X-men era un cómic adelantado a su época, ya que supuso no sólo una evolución en la forma de contarnos historias si no en el trato realista, creíble y cercano al lector que se le daba a los personajes. Tras el encontronazo con Alpha Flight (grupo con el que Byrne demostró notablemente una vez más sus capacidades creativas), las aventuras de los X-men se embarcarían en una sucesión de hechos no menos importantes que los anteriores si no mas bien al contrario, historias que culminarían con la saga de Fénix Oscura primero, y con Dias del Futuro Pasado después, ambas sagas que al igual que el mencionado Lobezno: Honor se merecen un artículo aparte, artículo que seguramente aparezca próximamente en este blog.

Hasta entonces, os animo fervientemente a leer o incluso a releer estos inicios de los nuevos X-men, los cuales han sido publicados hace muy poco en un solo tomo gracias a Panini (excelente tomo repleto de jugosos extras he de añadir); tomo que espero que tenga su merecida continuación en un segundo (e incluso tercer y cuarto me atrevo a decir) tomo, pues aunque se trate de una edición definitiva, lo que esta claro es que las historias contenidas en ellos son, en mayor o menor medida, todo un clásico atemporal del cómic. Si sólo puedes hacerte con una colección de superhéroes Marvel... ¡Que sea esta!

3 comentarios:

El Tipo de la Brocha dijo...

Lo de Lobezno luchando contra sus instintos puede venir de aquella lejana y extraña idea de que era un glotón (el animal, no un zampabollos) mutante y no un hombre; pero no recuerdo quién estaba detrás de ese posible origen.

Lo que está claro es que tengo que sentarme un día en serio y terminarme este tomo, sobre todo ahora que dices que va creciendo en complejidad (los primeros números no me gustaron demasiado).

Old School Generation dijo...

Me quito el sombrero con tus articulos :)
Extensos a más no poder y sin que decaiga en momento alguno el ritmo o se note la pérdida de interés.
Muy bueno en serio.
Sólo me queda felicitarte por un trabajo bien hecho :p

Mustangcillo dijo...

@El Tipo de la Brocha: bueno, el caso es que el principio de esta Segunda Génesis de X-men contiene historias asi como de presentación, de asentamiento, etc... No es hasta la llegada de Byrne a los lápices que la cosa comienza a despegar de verdad de verdad... Y bueno, es en los capítulos posteriores a los aquí reseñados y que de ser reeditados lo serán en el próximo tomo (que sigo pensando que seguramente salga a la venta)en donde la serie alcanza uno de sus puntos más álgidos.

@Old School Generation: caray Old School, muchas gracias por la felicitación. Asi da gusto actualizar, sabiendo que hay gente que no sólo me lee si no que, y más importante aún, le gusta lo que escribo en mis reseñas.