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lunes, 17 de septiembre de 2012

El baile de los vampiros




Valoración personal: 10/10.

Ficha técnica:

Título: El baile de los vampiros

Título original: Dance of the Vampires (The Fearless Vampire Killers, or Pardon Me, But Your Teeth Are in My Neck)

Año: 1967

Duración: 111 min.

País: Reino Unido

Director: Roman Polanski

Guión: Gérard Brach, Roman Polanski

Música: Christopher Komeda (AKA Krysztof T. Komeda)

Fotografía: Douglas Slocombe

Reparto: Jack MacGowran, Roman Polanski, Alfie Bass, Jessie Robins, Sharon Tate, Ferdy Mayne, Iain Quarrier, Terry Downes, Fiona Lewis, Ronald Lacey, Sydney Bromley, Andreas Malandrinos, Otto Diamant, Matthew Walters

Productora: Coproducción Reino Unido-EEUU; Metro-Goldwyn-Mayer

Género: Comedia. / Vampiros. Parodia. Comedia de terror.

¿De qué va?:

El profesor Abronsius (Jack MacGowran) y su ayudante, el joven Alfred (Roman Polanski), llegan a una remota aldea de Transilvania en donde se dice que hay vampiros. Años atrás, el estrafalario profesor tuvo que abandonar su cátedra en la universidad de Könisberg, en donde era conocido como "el chiflado", ya que sus compañeros de trabajo se reían de sus teorías sobre vampirismo. Su objetivo es bien claro; demostrar la existencia de estos seres de leyenda y, de esta forma, limpiar su nombre. Sin embargo, tras hospedarse en la taberna del lugar, las cosas comienzan a desmadrarse. La hija del dueño de la posada, llamada Sarah (Sharon Tate), es secuestrada por el conde Von Krolock (Ferdy Mayne), un vampiro que tiene atemorizados a los habitantes de la comunidad. Alfred y Abronsius no dudan en encaminar sus pasos hacia el castillo del conde con la intención de rescatar a la joven secuestrada y, de paso, recopilar información.



Comentario:

"El baile de los vampiros" es una de mis películas de terror favoritas. Hasta me atrevería a decir que es mi película favorita de temática vampírica, con permiso de "Drácula" (1958, Terence Fisher) y de "Drácula de Bram Stoker" (1992, Francis Ford Coppola), claro está. Una película maravillosa, con un lujoso diseño de producción y muy, pero que muy divertida que no dudo en recomendar incansablemente a casi todo el mundo. Siempre que la veo, me alegro y acabo con una sonrisa dibujada en el rostro, lo cual se agradece. Nada como una buena dosis de sense of wonder para seguir adelante.

Este cuarto film de Roman Polanski fue estrenado a mediados de los años 60, una época en la que las películas de la productora británica Hammer, en especial las de vampiros, se encontraban en pleno apogeo. Al poco de arribar en tierras inglesas, Polanski se percató de que el público no se tomaba muy en serio este tipo de producciones, así que se puso manos a la obra y decidió hacer una parodia sobre ellas. En esta ocasión, y a diferencia de sus anteriores trabajos, contaría con un gran presupuesto. Así mismo, la fotografía sería a color y la trama tendría más de un punto en común con la de "El beso del vampiro" (1963, Don Sharp).

Como resultado de todo esto tenemos una parodia que, al mismo tiempo, funciona como película de terror. Sí, sé que suena extraño; pero así es. Una película con un tono y estilo a caballo entre la comedia y el terror. De ahí que no sea nada descabellado afirmar que nos encontramos ante un auténtico clásico del género de terror en general y del subgénero de vampiros en particular; un clásico que a pesar de tener más de cuarenta años a sus espaldas no ha envejecido prácticamente en absoluto.

He de decir que el humor no es desternillante; pero sí logra hacer sonreír y alegrar al espectador. Es de agradecer que se trata de un humor que no cae en el absurdo, en la vergüenza ajena o en los chistes fáciles y pueriles. Nos encontramos ante una digna comedia de terror con sus justas dosis de humor.

El tema del vampirismo es tratado con sumo respeto. Los vampiros se nos presentan como lo que son, seres inmortales que otrora fueron humanos, que descansan durante el día y se alimentan de sangre humana durante la noche, y que tienen debilidades tales como el ajo, la luz del sol, las estacas en el corazón o los símbolos religiosos como la cruz cristiana. Ahora que, claro, hay ligeras variaciones, las cuales, lejos de ser molestas o absurdas, resultan graciosas y dan lugar a escenas tronchantes. Sólo hay que ver la escena en la que a un vampiro le muestran la cruz, y el vampiro en cuestión afirma por medio de gestos ser inmune a ella porque es judío. Un vampiro judío, amigos. Lo nunca visto.

También están presentes los  tópicos propios de este tipo de películas, insertados a conciencia por el director, los cuales se nos presentan de una forma un tanto exagerada y autoparódica. La posada con ajos colgados por todas partes, los escotes imposibles, los pueblerinos que no quieren saber nada relacionado con vampiros y que miran con mala cara a los extranjeros, los lejanos aullidos de lobo en mitad de la noche, etc... A estos tópicos se les suman elementos atípicos y desconcertantes, los cuales le dan a la cinta ese tono paródico que la hace tan especial.

En "El baile de los vampiros" no hay ningún valiente cazavampiros como Van Helsing. En su lugar, tenemos al joven y apocado Alfred, el cual estuvo interpretado por el propio Polanski cuando éste tendría unos treinta y cinco años. Alfred es un chico tímido y cobarde que parece que no tiene otra cosa mejor que hacer que seguir a su mentor, mucho más valiente y confiado que él, y obedecerle ciegamente.

El profesor Abronsius parece el hermano bastardo de Albert Einstein, y tiene un comportamiento excéntrico y singular que hace que le vea como una especie de don Quijote seguido por su particular Sancho. 

Lo que está claro es que ambos, Abronsius y Alfred, son igual de torpes y despistados. El comportamiento del dúo y la química que hay entre los dos da lugar a unos diálogos hilarantes y a unos gags cómicos que parecen sacados de un corto de los Looney Tunes. También hay escenas que recuerdan a las comedias mudas que se hacían en los años 20, como aquellas en las que se acelera el movimiento.

Otros personajes igual de cómicos que la pareja protagonista son el caricaturesco y horrible jorobado que sirve sin rechistar al conde Von Krolock, cuya apariencia es muy similar a la de Lon Chaney en "El jorobado de Notre Dame" (1923, Wallace Worsley), o el afeminado hijo del conde, el cual protagoniza una escena bastante graciosa en la que intenta ligar con Alfred. Si no me equivoco, este es el primer vampiro gay de la historia del cine. Todo un hito.

También hay personajes serios y, dicho sea de paso, más propios de este tipo de historias. Personajes como el conde Von Krolock, quien viste una capa rojinegra igual que la del conde Drácula y, además, tiene un nombre que alude al conde Orlok, el chupasangre que pasó a la historia del cine gracias a esa obra maestra de la época silente que es "Nosferatu" (1922, F.W. Murnau). El momento en el que desciende desde la claraboya para vampirizar a  Sarah me pareció impactante e inolvidable, y en su día debió de inquietar a más de un espectador.

Sarah es la inocente damisela en peligro de la función, y estuvo interpretada por Sharon Tate, quien aquí se nos presenta en toda su belleza y esplendor, luciendo unos cabellos rojos que enfatizan su belleza. 

Polanski conoció a Sharon durante el rodaje de esta película. Unos meses después de finalizar el rodaje, iniciaron una relación que cambiaría la vida del director polaco para siempre. En 1969, se produjo uno de los sucesos más trágicos de la década de los 60. La Familia de Charles Manson asesinó brutalmente a la actriz en su apartamento de California cuando ésta se encontraba embarazada de ocho meses. Esto último hace que me entre una sensación de pesar y de tristeza durante algunos momentos de la cinta. En concreto, en esas escenas en las que sólo vemos en pantalla a Sharon y a su futuro marido. Según declaraciones de algunos de sus allegados, en la vida real Sharon era igual de angelical que el personaje al que interpreta en esta película. Estas declaraciones no hacen que me sienta mejor mejor cuando pienso en tan trágico e inhumano incidente; incidente que marcó el fin de la cultura hippie de los 60 y del Flower Power.

Volviendo a la película en sí, que es lo que de verdad importa, ésta está dividida en dos partes claramente diferenciadas. Durante la primera parte, la acción se desarrolla en la posada de la aldea y en las cercanías de la misma. La segunda parte, que dura poco más de la mitad del film, se desarrolla en el interior del castillo de Von Krolock.

La ambientación y la atmósfera que se crea en ambas partes es genial y está realmente conseguida. Pocas veces se ha plasmado de forma tan notable la Transilvania de la novela de Bram Stoker en la gran pantalla. Las colinas, totalmente cubiertas de nieve y con criaturas salvajes que deambulan a través de ellas, enfatizan esa sensación de peligro inminente y de aislamiento con el mundo exterior. En cuanto a los escenarios que recrean los interiores de la posada y del castillo, estos son dignos de un aplauso. Sin duda, un gran trabajo a cargo de Wilfred Shingleton. Me encantan los interiores del castillo de Von Krolock. Las distintas habitaciones son viejas, polvorientas y decadentes. Lo mismo se puede decir de los pasillos, plagados de telarañas y de armaduras desgastadas. Y qué decir del patio exterior, el cual está lleno de tumbas bajo las que reposan viejos y decrépitos aristócratas del pasado, ahora convertidos en vampiros.

Los ángulos de cámara empleados fueron realmente innovadores para la época en la que se estrenó el film. Lo mismo se puede decir de esos ingeniosos travellings a través de las distintas estancias de la posada y del castillo, en los que, a veces, la cámara se sitúa justo detrás de Alfred para que el espectador se sienta como si estuviera con la pareja protagonista en esos escenarios tan propios del cine de terror gótico. Gracias a los distintos planos, a la fotografía y, en general, al buen trabajo de cámara, el film ha envejecido realmente bien. Razón de más para recomendarlo a gente que no esté muy familiarizada con el cine clásico.

A la ambientación, oscura tanto en los siniestros interiores como en los oníricos y blanquecinos exteriores, se le suma una banda sonora realmente buena, la cual fue obra de Krysztof Komeda, compositor habitual de Polanski por aquel entonces. Unos buenos ejemplos de ello son el tema inicial, con esos lamentos entonando con fuerza una estremecedora canción (podéis escucharlo pinchando justo aquí); los temas alegres y frenéticos, que encajan perfectamente con lo que se nos muestra en pantalla; o la melodía que suena durante el baile de los vampiros, escena hipnotizante donde las haya en la que podemos contemplar perfectamente la gran labor de vestuario.

Y qué decir del final... Tranquilos, podéis seguir leyendo, no haré ningún spoiler. Es un final irónico e inesperado. Un final adelantado a su época, y lo mismo se podría decir de la película en sí. Y es que cuando un subgénero se explota a base de secuelas y de sagas similares entre sí, al final éste acaba aburriendo a los espectadores, y es entonces cuando hacia el final del ciclo las secuelas se acaban tornando en parodias de calidad dudosa. Sólo hay que ver películas como "Abbott y Costello contra los fantasmas" (1948, Charles Barton), la cual marcó el final de la edad dorada de los monstruos de la Universal, o "Pesadilla final, la muerte de Freddy" (1991, Rachel Talalay), siendo ésta un claro final del subgénero slasher que tan de moda estuvo durante los años 80. Al cine de temática vampírica y gótica de la Hammer le llegó su hora con "Drácula 73" (1972, Alan Gibson). Curiosamente, "El baile de los vampiros" es una producción de 1967, cinco años más antigua que el delirante film de Alan Gibson. Por lo tanto, Polanski supo adelantarse a ese período de decadencia del cine de terror gótico ofreciendo un producto de calidad. Una parodia que se tomaba más o menos en serio lo parodiado.

En definitiva, "El baile de los vampiros" es una de las mejores películas sobre vampiros que se han hecho y, a su vez, uno de los mejores homenajes a dicha temática.

Técnicamente es brillante, los personajes son carismáticos y entrañables, las actuaciones no están nada mal, la historia está planteada de forma sólida e inteligente y, teniendo en cuenta su antigüedad, resulta visualmente impactante.

Los años no han hecho mella en esta espléndida película, así que se la recomiendo a toda persona a la que le guste el género fantástico, un género en el que el sentido de la maravilla abunda sobremanera.

Imágenes:































6 comentarios:

Sheila dijo...

Debo de admitir mi desconocimiento sobre esta película hasta que el año pasado fui a ver un musical de la misma... ¡Que me encantó! Fue entonces cuando la descubrí y la verdad es que me gustó bastante. Por cierto que el musical era donde los salesianos (?)
Buena entrada ^^

Raúl Calvo dijo...

A mí la película me gusta mucho, pero como dices en el post, no puedo evitar lo que sé de la vida de Sharon Tate haga que sienta cierta tristeza. Como la muerte de Laurence Harvey hace que El mensajero del miedo resulte doblemente inquietante.

El Tipo de la Brocha dijo...

Me pasa lo mismo que a Raül Calvo y a ti. Creo que conocer el asesinato de Sharon Tate "estropea" en cierta medida la experiencia de ver esta fantástica película. Su belleza era de cuento de hadas.

José Andrés dijo...

Mítica película :)
Apenas recordaba la belleza que caracterizaba a esta actriz.
Me ha gustado reencontrarme con ella una vez más.

Sidhe dijo...

Me gusta no sé si por el tono tan divertido y distendido o por como se pasean todos los actores durante la película jejeje

Miyu dijo...

A mí ésta peli me gustaba mucho, la pena es que tal como dicen más arriba, me da mucha pena lo de Sharon Tate :( pero es una peli muy recomendable, me reí muchísimo con ella XDD tendría que re-verla pronto >___<